La última gran nevada en las Rías Baixas

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

ADELA LEIRO

Una ola de frío que afectó a toda Europa dejó nieve junto al mar el 14 de enero de 1987

19 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El 14 de enero de 1987, las Rías Baixas amanecían cubiertas de nieve y rememoraban una estampa que no se veían desde 1970. Aquello convirtió la jornada en un día de diversión, especialmente para los más pequeños, que vieron como los primeros copos comenzaban a caer coincidiendo con la entrada a los colegios. Los que eran niños en ese año difícilmente se olvidarán del día en el que el patio estaba blanco y seguramente, los padres de esa generación recordarán como se paralizó la ciudad. Viendo Madrid estos días, muchos habrán vuelto a finales de los ochenta y a esa última gran nevada que se recuerda en Galicia. A partir de las nueve menos cuarto de la mañana del 14 de enero comenzó a nevar junto a la costa y horas después empezaron los problemas. «Pequeños incidentes, buen número de leves abolladuras en los coches, colegios incomunicados, retrasos para llegar a los puestos de trabajo y todos los etcéteras que este tipo de situaciones pueden generar», recogía La Voz de Galicia del 15 de enero.

El día anterior a la gran nevada, el periódico ya advertía de que la ola de frío polar había alcanzado Galicia de madrugada después de haber afectado a buena parte de Europa. Las primeras ciudades de Galicia habían afrontado los embistes del temporal y A Coruña vio como la nieve cuajaba de nuevo en sus calles 24 años después. Esos días, las ventas de estufas y cadenas para los coches se dispararon en las tiendas de toda Galicia.

Las consecuencias de la nevada se notaron por tierra, mar y aire. Las temperaturas se marcaban en negativo y la mínima se alcanzó la una de la tarde del 14 de enero, cuando nevó con fuerza y los termómetros se desplomaron hasta los 3,6 grados bajo cero. Aunque la nieve no llegó a cuajar en la pista de Peinador, en los alrededores se llegó a cinco centímetros de altura.

El único vuelo que salió con destino a Madrid lo hacía antes de las nueve de la mañana. A partir de ahí se cancelaron todos las conexiones por aire desde las Rías Baixas. Tampoco el ferrocarril pudo circular con normalidad dejando en tierra a muchos pasajeros que utilizaban el tren como medio de transporte para ir a trabajar.

15 horas de Vigo a A Coruña

La mayor odisea estuvo en las 15 horas que tardó un camionero en hacer el trayecto Vigo-A Coruña-Vigo. No pudo circular por la autopista a más de 30 kilómetros por hora. Lo recordaba así este periódico al día siguiente: «Una vez en la carretera de Santiago a Padrón la situación se tornó todavía más difícil, hubo que aminorar la velocidad porque la calzada era una verdadera plaza de hielo. Le digo que tarde 45 minutos en atravesar Santiago», explicaba este camionero, que prosiguió: «en la subida a Pontevedra tuve que detenerme forzosamente ya que el camión no me aguantaba la marcha. Hasta con el freno puesto no podía mantenerlo firme. Para salir me vi obligado a meter periódicos usados y un jersey bajo las ruedas. Con eso y con la ayuda que me prestó un marinero que iba a Marín, pude seguir la ruta».

Mariano Rajoy en Pontevedra

Las crónicas de la época recogían como la nevada había afectado a «personalidades gallegas». Entre ellas, un joven Mariano Rajoy, vicepresidente de la Xunta, calificaba como «sorprendente» la llegada de la nieve a Pontevedra y aseguraba que le traía «grandes recuerdos» de cuando era niño. Entre los 5 y los 15 años vivió en León, «donde era habitual que nevase durante diez o quince días todos los inviernos y hacía bolas con la nieve para arrojarlas a los compañeros».

Rajoy había vuelto a vivir a Pontevedra en 1970, coincidiendo con la anterior nevada en la capital del Lérez. Esa parte divertida de la nieve se esfumó después de que tardase casi tres horas en desplazarse en coche desde Pontevedra a Santiago. «Esa es la razón -comentó Mariano Rajoy ese día- por la que regresaré a Pontevedra en ferrocarril».

Estos días y después de varias jornadas de intenso frío, muchos esperaban que los cielos se cubriesen y poder volver a ver Pontevedra y Vigo cubiertos de nieve. Desde MeteoGalicia reconocían ayer que hay muchos condicionantes para que eso pueda suceder. «Se estes días de frío houbese precipitacións, houbesen sido en forma de neve, pero iso non é o único que inflúe», explican. Y añaden que: «Ademais de frío ten que haber humidade, pero o función reguladora do mar fai que no haxan temperaturas extremas ni por riba nin por abaixo».

Cuarenta y ocho horas después de la nevada, las parroquias del interior de la provincia todavía estaban incomunicadas y en algunos concellos, como el de A Illa, volvían a ver la nieve 42 años después. El día de la Candelaria de 1963 y el 14 de enero de 1987 son las dos fechas en la que los isleños vieron nevar. Este año, las Rías Baixas se quedaron a las puertas de marcar otra fecha en su historia reciente. Todavía no ha nevado en el siglo XXI.