Hoteles sin huéspedes en la ciudad

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Tres locales han cerrado de forma temporal y el resto trabajan a medio gas

08 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Un hotel sin huéspedes es la pesadilla de muchos hoteleros, pero el covid ha convertido en real este mal sueño. Ahogados por las restricciones de movilidad y los cierres perimetrales, sus habitaciones ya no se llenan. Ni siquiera los viajes de negocios son suficientes para que sean sostenibles. «Tenemos alguna empresa que está haciendo el mantenimiento en una gran obra. Hay días de dos o tres habitaciones ocupadas y cuando hay mucha gente es que tenemos siete u ocho de 22», comenta Bernardo Quinteiro, director del Hotel Dabarca. Han tenido que bajar los precios y se han caído las reservas, una doble guillotina que parece insalvable. El Boa Vila, el Room y el Hotel Madrid han tenido que cerrar hasta que todo se normalice. El resto intentan salir adelante sin que el futuro les augure una esperanza mayor. «Los viajes de negocios se han reducido en un 50 % y los que vienen limitan las estancias y los servicios», señala Patricia Sierra, directora del Galicia Palace, que reconoce que esta semana hubo días positivos. «Coincide que tenemos hoy (por el miércoles) un equipo ciclista que está haciendo la Vuelta España. Nos han ocupado 20 habitaciones de 85», explica.

Las habitaciones están vacías y los hoteles a medio gas. Ni siquiera el desconfinamiento animó mucho unas estadísticas muy negras. Paula Lourido, directora del Hotel Madrid y portavoz de la asociación de hoteles de la ciudad, asegura que cuando abrieron en julio tuvieron un 22 % de ocupación cuando habitualmente es del 80 %. «Agosto pareció verano, pero con un 55 %, mientras que el año anterior habíamos alcanzado el 95 %. Pesamos que septiembre sería mejor, pero llegamos a un 25 %», comenta Lourido, que pone números al desastre: «Este año todos los meses han supuesto pérdidas, contaba con abrir antes de julio e ir remontando y en octubre lo tenía otra vez cerrado».

Tanto Patricia Sierra como Bernardo Quinteiro y Paula Lourido reconocen que no vivieron esta situación en toda su carrera profesional. La responsable del Galicia Palace asegura que en 30 años en el hotel «es la primera vez en la que hay días sin huéspedes. El año 1991 fue un poco complicado porque era el del inicio, pero lo normal». Además, estos profesionales toman como referencia el 2019, un año excepcional. «El mejor de la historia, llevamos cinco años excepcionales», apunta Sierra. Y es que llegaron a una ocupación del 95%. «Esto es dolorosísimo y costosísimo. Haces cambios y sacrificios y al final estamos así y no vemos nada», lamenta Paula Lourido, que tiene a parte de la plantilla en un ERTE. Habitualmente son entre ocho y diez trabajadores, pero en octubre ampliaron la regulación ante la falta de actividad.

También en el Galicia Palace, donde atienden las reservas con la mitad de la plantilla en activo. A pesar del desplome de la demanda, han tenido que reforzar la limpieza del hotel. El protocolo les obliga a desinfectar hasta cuatro veces al día la zonas comunes y cambiar el procedimiento en las habitaciones. Lo único que han sacrificado en este hotel es el restaurante al mediodía. En el hotel A Barca se mantienen sin una regulación de empleo temporal después de haber reincorporado a la plantilla el 1 de julio. Las expectativas del verano les llevaron a retomar la actividad y ahora están «tirando» hasta que las restricciones empiecen a desaparecer. «Con ajustes y vacaciones vamos solventando», apunta Quinteiro, que reconoce que cualquier hotel con menos del 50 % de ocupación no es rentable. Una habitación para una pareja en su negocio está en 48 euros la noche cuando hace un año llegaba a los 60. «Hay unos mínimos que no se pueden bajar porque entrarías en pérdidas», comenta. Y Lourido añade: «Me consta que hay hoteles que para todo el mes solo tienen cinco reservas».

El sector está tocado, pero no hundido. Espera salir a flote en los próximos meses. Por el momento dan por perdida la campaña de Navidad. El presidente de la Federación Provincial de Hosteleros de Pontevedra, César Ballesteros, pide que se piense con la cabeza y no con el corazón a la hora de ponerse metas esperanzadoras para las vacaciones navideñas. Ellos piensan lo mismo, pero no pueden evitar pensar cuando será el final de esta pandemia, que ahora se ha recrudecido limitando la actividad de la hostelería.