Manolo Piñón, el cimentador del fútbol sala pontevedrés

Nieves D. Amil
NIEVES D. AMIL PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Capotillo

Este año se cumple el 40 aniversario de la fundación del Leis en la trastienda del antiguo bar Manolo

14 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Manolo Piñón recibió esta semana un premio del Leis por su dedicación al fútbol sala desde que era joven. Su teléfono no ha dejado de sonar desde entonces. Siempre para felicitarle por cuatro décadas de lucha para llevar al fútbol sala a donde ha llegado. Pero en este camino de rosas, Piñón ha tenido que pisar alguna que otra espina. Aún así, no borraría nada de estos años, si acaso apartaría algún nombre de la trayectoria deportiva que se ha forjado, pero nada más. Este reconocimiento del club que fundó le ha valido para cerrar una especie de círculo vital después de una etapa algo más amarga. «Notas que la gente te quiere, me han llamado muchos amigos», apunta Manolo Piñón, que empieza a repasar su vida deportiva. De repente se ve en 1980 en el Bar Manolo, en la plaza Paco Leis. Ahí, en una mesa de una oficina improvisada empezó a forjarse la cuna del fútbol sala pontevedrés. Él, junto a José Guimeráns, Casiano Feijoo, Emilio Díaz Félix Yáñez, Carlos Floriani, Ramón Díaz y Santiago Dios pusieron sobre la mesa el proyecto del Leis 26. «Le pusimos el nombre por la plaza en la que estábamos y el 26 porque era el número del bar donde teníamos la oficina», recuerda Piñón, que empezó como jugador en la década de los 80, para ser después entrenador y directivo. «Empezamos en una liga local a nivel de asociación y la dirigía Bernardo Pou, que fue un poco quien nos metió en todo esto», explica.

A medida que pasaron los años, ya solo Guimeráns y él siguieron en el club hasta la temporada 2014-15, cuando vivieron uno de los momentos más amargos de su carrera. El presidente del club en ese momento, José Antonio Nieto, cesó a los fundadores y poco después dejó su cargo tras unas acusaciones por parte de cuatro jugadoras por un supuesto delito de delito sexual y vulneración del honor. La Audiencia archivó el caso meses después.

Piñón se alejó de esos años oscuros del club y recibió todo el apoyo de los clubes de la ciudad. Incluso el Leis, con José Antonio Nieto al frente, lo denunció por supuestamente no presentar las cuentas del año. El caso fue archivado y el fundador del club dio carpetazo a esa etapa con el apoyo de los dirigentes de casi todos los clubes de la ciudad y puso en marcha un nuevo equipo de fútbol sala para que las jugadoras que habían dejado el Leis no se quedasen sin actividad. «A la presentación de ese equipo en el Concello vinieron representantes de los clubes de la ciudad, sentí el respaldo de todos», apunta Piñón. Y es que su pasión por poner el fútbol sala en el mapa gallego le llevó a formar hace años el G-8, un grupo con los principales equipos de la ciudad para hacer fuerza conjunta y lograr el respaldo económico de las administraciones.

Manolo Piñón peleó desde la pista por las victorias del Leis y desde los despachos por dar visibilidad a la disciplina. De toda su carrera guarda muchas imágenes. La primera le lleva a su etapa como entrenador, en la que estuvo acompañado en el banquillo por José Luis Torrado, O Bruxo, Senén Cortegoso y el doctor Barragáns. «Ese trío era una maravilla, recuerdo en un Campeoanto de España en Extremadura, como Torrado preparaba los desayunos a los jugadores y no dejaba que se lo hiciesen en el hotel», asegura.

Esa etapa del fútbol sala amater tiene un sitio especial en su memoria. Le transporta a 1987 cuando jugaron contra La Bañeza en su casa la primera eliminatoria del Campeonato de España por provincias. «Nos veían como si fuésemos los del pueblo, el pabellón estaba lleno y le ganamos. Jugamos la fase final en Córdoba y quedamos de terceros», recuerda Piñón. Después de esa etapa, el equipo empezó a profesionalizarse hasta llegar ahora a la Segunda División. En ese camino Manolo Piñón destaca un nombre propio, el de Javier López Cossío, quien pivotó la transición que nos llevó a la profesionalización cuando empezaba el milenio.

«Peleamos mucho en la década de los noventa con los responsables de Autos Lobelle, el Valdetires y el Sal Lence, de A Coruña para levantar el fútbol sala, nos reuníamos en Santiago. Lo que tenemos ahora era impensable hace unos años. Uno de los que más luchó fue Luis Pena, cuando era presidente de la Federación Galega de Fútbol Sala», explica Manolo Piñón, que cerca ya de los sesenta años no tiene pensado dejar nunca el fútbol sala. Ni en la pista, donde sigue al pie del cañón con las chicas del Ciudad de Pontevedra, ni en los despachos, donde forma parte de la federación gallega.

Días después de recibir el reconocimiento del club que fundó, Manolo Piñón tiene la sensación de que el pasado se reconcilia con el futuro. Salió del club en un momento duro, pero ahora han sabido reconocer que su figura ha sido una pieza determinante en la proyección del Leis y del fútbol sala pontevedrés.