Pinchos y regalos para agradecer a sus clientes el apoyo durante la pandemia

Nieves D. Amil
NIeves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Aleixa Sanmartín cumple su primer año como emprendedora sin dejar de buscar fórmulas para seguir creciendo

10 jul 2020 . Actualizado a las 16:11 h.

Aleixa Sanmartín está detrás del mostrador cobrando y saluda al que pasa por la acera, mientras da los buenos días a quien entra en su local entre globos de celebración. Lo hace todos los días ,aunque este viernes es especial. Su frutería cumple un año, el primero y el más duro, no solo porque cuesta arrancar, sino porque la pandemia y el retraso en las obras del contiguo edificio de la Xunta, donde tiene muchos clientes, hicieron que demasiadas mañanas se despertase pensando si el esfuerzo de emprender había valido la pena. «Cada día pensaba que era una locura, pero hay que seguir luchando», asegura Aleixa.

Después de meses en los que lo pasó muy mal está viviendo un momento muy dulce al ver que a pesar de la pandemia sus clientes siguen respondiendo. Es difícil sacarle la sonrisa, pero se pone seria cuando recuerda los doce meses de trabajo que quedan a sus espaldas. Ella se encargó de intentar que la frutería con la que siempre había soñado saliese adelante y si Mahoma no va a la montaña, ya se encargaría ella de acercarla. «Estuve al pie del cañón durante el confinamiento y como veía que venían los hijos o nietos de mis clientes, decidí empezara llevar la compra a domicilio y a lo mejor en una mañana hacía hasta 20 repartos», comenta esta frutera de 39 años, que después de veinte trabajando en un supermercado, del que llegó a ser supervisora de frutería viajando por España para hablar con proveedores, decidió que era le momento de emprender.

Hace un año y medio que empezó a organizar la apertura en la cabeza y cinco meses después abría la puerta en la calle Javier Puig. Nunca pensó cuando arrancó que el 2020 se pondría tan cuesta arriba, pero «llegué a llevar pedidos a Vilagarcía, me moví mucho a través de redes sociales», comenta. Prueba de ese cariño que recibió de sus clientes es un mural de dibujos y collages pegados en una puerta que separan el almacén de la tienda. Las clientas más pequeñas que tiene echaban de menos acompañar a sus madres a la compra, así que cuando pudieron volver, le dieron cartas en las que se podía leer en grande «¡Por fin puedo verte!» o recortes de Alejandro Sanz para ilustrar un póster improvisado.

CAPOTILLO

«A mí, ilusión y ganas no me faltan», apunta. Eso sí, Aleixa tiene una cosa muy clara, sus productos deben ser todos nacionales y gallegos. En sus estanterías hay fruta y verduras, pero también conservas, licores, patés o cerveza con origen autonómico. «Si puedo coger todo de aquí lo hago, es raro que traiga producto de fuera, solo lo hago si no me queda más remedio», apunta.

Su madre, Marisa Expósito, le echa una mano en las horas de mayor movimiento, como este viernes, que además, por ser de celebración, había más gente de su familia apoyándola. «Antes ya era conocida en el barrio, pero ahora mucho más», bromea esta frutera, que si tuviese que quedarse con alguno de sus productos sería con la fresas y las cerezas. «La fruta de temporada es mi preferida», añade con una enorme sonrisa que se intuye detrás de la mascarilla. Todo ese apoyo de sus clientes para ayudarla a sobrellevar la pandemia han hecho que este viernes la frutería regalase una bolsa a sus clientes y los invitase a una empanada y brochetas de fruta.