El combate más duro de José Luis Lago

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Conocido vecino de Vilalonga y exboxeador y albañil libró una dura lucha con el covid-19, superando la enfermedad tras pasar quince días en la uci de Montecelo

10 may 2020 . Actualizado a las 22:19 h.

El coronavirus fue el último contendiente al que ha tenido que enfrentarse José Luis Lago Oubiña, natural de Sisán (Ribadumia) y vecino de Vilalonga de 69 años, en el que ha sido el combate más duro en la trayectoria vital de este exboxeador y albañil sanxenxino. Fue una pelea complicada, con un asalto del covid-19 que llegó a tenerlo quince días en la uci del Hospital Montecelo; pero que terminó con José Luis Lago alzándose con el título de campeón. Este viernes una ambulancia lo trasladó a su casa, en A Salgueira, donde lo esperaban familia y vecinos para darle la bienvenida, porque otros muchos gallegos sí que se quedaron por el camino. La historia de este sanxenxino es inspiradora y anima en estos difíciles tiempos de coronavirus. Parece relativamente fácil contraerlo y más difícil combatirlo, pero es posible vencerlo.

María de la Paz Martínez, su mujer, de 65 años, no pudo ocultar la emoción de ver a su marido bajando de la ambulancia. No fue capaz de esperar a que pisase el umbral para salir a recibirlo. Ella sabe muy bien a qué se expuso José Luis, porque Pacita, como la conocen sus familiares, también tuvo el coronavirus, al igual que una de sus dos hijas, Gema. Ellas fueron más afortunadas, porque pasaron la enfermedad confinadas en su casa. «Eu e a miña filla estivemos tres semanas na casa en corentena, eu estiven case dúas que non me podía nin mover, que pasei tirada na cama cos ollos pechados, alí aparvada e cunha dor por dentro de músculos e de todo», comenta.

A estas alturas, ninguno de los tres sabe cómo se pudieron contagiar. «Por máis voltas que lle din a cabeza non sabemos como nos contaxiamos», relata Pacita.

Fiebre alta al final de marzo

En el haber de José Luis hay al menos dos victorias en campeonatos en Asturias y Almería, recuerda su mujer, que lo conoció tras colgar los guantes. De aquel entonces, conservan varias fotos y recortes de prensa con las crónicas de sus combates. Los guantes estuvieron en la casa hasta hace poco —«levounos un afillado», explica su mujer—.

Pacita explicó que sobre el 27 o 28 de marzo José Luis empezó a quejarse de que se encontraba cansado, pero no sospecharon nada. No eran conscientes de que había comenzado el primer round. El 30 las cosas se pusieron mucho peor.

«O día 3 púxenme eu tamén mala», aclara Pacita y Gema llamó al centro de salud. No le tranquilizó la respuesta. Como la fiebre de su padre seguía sin descender, al día siguiente decidió cortar por lo sano. «A miña filla dixo que era mellor ir a Montecelo porque dáballe que el tiña o bicho», relata. Gema precisa: «Foi terrorífico, o camiño de Vilalonga a Pontevedra non se me vai olvidar na vida». Las pruebas en el hospital confirmaron la sospecha.

«Dixéronlle que tiña que quedar ingresado e ao día seguinte xa o puxeron nunha máquina de panza abaixo para que puidera respirar, pero era imposible», apunta Pacita. No quedaba más remedio que ir a la uci. «Estivo alí quince días», puntualiza.

«Eu xa non quero nin pensar como o pasei ao sabelo», añade Pacita. Cuando el estado de salud de José Luis empezó a mejorar lentamente, lo pudieron sacar de la uci «Mandárono para unha habitación a el solo, tiña as enfermeiras alí ao lado e empezaron a darlle de comer, con iogures e logo con comida», detalla. A finales de abril dio negativo en covid-19 pero permaneció en Montecelo porque estaba debilitado y por rehabilitación.

El viernes todo pasó al recuerdo. La llegada de José Luis alejó los nubarrones. El exboxeador aún tuvo humor, desde la ventana, para hacer el gesto de los puños en posición de golpear al aire. Enhorabuena.