«Nun parto hai que tirar do becerro, non podes ter distancia de seguridade»

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CEDIDA

Los veterinarios rurales mantienen la atención del ganado durante la pandemia

18 abr 2020 . Actualizado a las 13:29 h.

La ganadería mantiene su importancia en municipios del interior de la provincia, donde el confinamiento de la población por el estado de alarma no afecta a los veterinarios, un sector esencial. Uno de estos profesionales, Antonio Ivars Ríos, de 48 años, lleva unos veinte ejerciendo en Valongo, en Cerdedo-Cotobade. «Ao andar por aquí polo rural cambioume pouco o traballo, seguimos igual», explica recordando que gran parte de su trabajo es en espacios abiertos lo que le da tranquilidad. En su trayectoria profesional solo recuerda una situación «algo fastidiada» desde el punto de vista sanitario, aunque no comparable al coronavirus. Fue la epidemia de la lengua azul de las ovejas hace unos diez años. En aquella ocasión, no había riesgos para los humanos, pero sí muchos trámites ante la Xunta para hacer un seguimiento de los casos detectados en las ovejas y los protocolos derivados. «Había que sulfatar camións, todo o control no movemento das comunidades autónomas e levar todo o papeleo ao día e cousas así», relata.

Trabajo al aire libre

El coronavirus, al afectar directamente a las personas, fuerza en la actualidad una serie de precauciones a mayores. «Máis que nada o da distancia de seguridade o máis que poidas, e ás veces levas mascarilla dependendo do sitio, pero claro normalmente estás ao aire libre, porque non é como cando estás nun local cerrado», apuntó. La situación más delicada, por ejemplo, está en el parto de una vaca si las cosas se complican. «Se te toca un parto como me pasou hai uns días atrás con dous casos, alí nin distancia de seguridade nin nada, hai que tirar do becerro e non podes andar con moitas historias», incide.

Ivars indica que «se o becerro non pode saír, eu me poño detrás da vaca intentando sacarlle a cabeza ao becerro, as patas colócallas o mellor posible para que vaian asomando para fóra, cunha corda hai que atar as patas do becerro e entre varias persoas empezar tirar para extraelo cara fóra». No hay otra forma, «Aí tes que facer como poidas», aclara, «neses momentos non podes andar con moitas historias de seguridade».

Este veterinario es optimista a la hora de realizar sus visitas domiciliarias porque, hasta donde sabe y recuerda que en el campo se conocen todos entre sí, la incidencia es «de casos anecdóticos», por lo que se escucha a los vecinos.

El número de llamadas para atender el ganado no se ha alterado con el confinamiento. «Seguimos igual, ademais son os clientes de toda a vida e sempre que hai un problema tes que atendelo porque non o podes deixar».

Antonio Ivars pensó, al principio del confinamiento, que podría esperar un tiempo a vacunar a los animales, por ejemplo. Sin embargo, la ampliación del confinamiento le hizo cambiar de idea. «Isto vaise alargando e ao final tes que facer todo porque se non vacinas un animal, con un cachorro, ao mellor morre», puntualiza. «Hai que seguir facendo o de sempre, un pouco de máis coidado, pero pouco máis», asegura.

Escasez de guantes

La obtención del material sanitario es lo que más quebraderos de cabeza le está causando. En vacunas y medicinas para el ganado no hay problema, pero no cuestiones más básicas son difíciles. «Guantes porque tiña», sostiene. Consiguió algunas mascarillas por el reparto que hizo el Concello y porque le dieron otros más en un control en Ponte Caldelas. «Co que está pasando nos que son os distribuidores nosos está imposible de conseguir nada, o outro día quixen comprar uns guantes, máis para poder operar que polo coronavirus, e para conseguir unha caixa, foi difícil, logrei unha pero esa era a última que quedaba», concluyó.