Y hay que destacar que sin llegar a ser una situación preocupante para la salud pública, sí había mucha preocupación sobre la posibilidad de que se registrasen casos entre la colonia de aves que anidan en Pontevedra. Por ejemplo, otro titular de La Voz de aquellos días de marzo del 2006 señalaba que «Agentes de la Xunta recorren a diario el humedal [Umia-O Grove] para prevenir la gripe aviar». La aparición de aves muertas en las playas de las Rías Baixas habían desatado las alarmas, pero no llegó a confirmarse ningún caso de gripe aviar.
En medio de la crisis, visitó la provincia el científico Juan José Badiola, un experto internacional que había adquirido relevancia mediática por sus aportaciones unos años antes durante la crisis de la enfermedad de las vacas locas. En una conferencia en la Diputación, este veterinario, catedrático de la Universidad de Zaragoza, serenó mucho los ánimos de cara a un hipotético contagio de la gripe aviar a los humanos. «Los expertos de la Organización Mundial de la Salud -afirmó en su intervención- dicen que la pandemia es inevitable. Yo me resisto a creer que lo sea. La forma de evitarla es ayudar a los países del Tercer Mundo a que luchen eficazmente contra la enfermedad en los animales».