«Emprender a mí no me asustó, tardé cero coma en arrancar»

Nieves D. Amil
NIeves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Empezó haciendo uniformes ella sola, ahora son cinco empleados en Bien Bonito y trabajan para toda España

04 mar 2020 . Actualizado a las 10:53 h.

Silvia Crespo vive entre telas e hilo. Lo hizo desde que empezó a dedicarse al mundo de la moda, pero cuando la cosa se pudo mal y luchar contra la globalización era un imposible, decidió dar un giro y empezar por su cuenta en un mundo hasta ese momento poco explotado, el de los uniformes. Comenzó a formarse en el seno de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Pontevedra y de ahí pasó a Aempe y a cualquier agrupación de donde pudiese aprender. «Acudí a cursos de formación y al estar rodeada de emprendedores o mentores, una empieza a pensar en qué puede ser buena», explica Crespo, que con 47 años, hace ocho que puso en marcha su taller Bien Bonito, en Poio, y ahora cuenta con cuatro empleadas más. «Emprender a mí no me asustó, tardé cero coma en arrancar», señala Crespo, que este martes acudía a un encuentro informativo en Aempe en el que participó el conselleiro de Economía, Francisco Conde.

Cuando echó a andar su negocio sabía de telas, de patronaje y de tejidos, pero poco de uniformes. Vio un campo para crecer lejos de lo que se hacía hasta ahora, que era bordar el logo en la ropa de trabajo. «Mis uniformes tienen mucho de mí, hice moda y buscaba algo actual, que siente bien y entalle, al final el trabajador es el embajador de la marca y yo busco alargar la silueta y potenciar las formas», comenta Silvia Crespo.

Esta pontevedresa recuerda bien sus comienzos, cuando solo era ella en el taller. Hasta que decidió emprender había trabajado junto a su ex marido en una empresa relacionada con el sector. Echando la vista atrás cuenta que cuando nació su hijo Rodrigo apenas tuvo descanso. «Nació un jueves y yo el lunes estaba trabajando, en nuestro taller había un parque para que él jugase», comenta. De eso han pasado dieciseis años en los que Silvia ha vuelto reinventarse. Los primero que hizo fue aprender, el paso siguiente se centró en «evangelizar» a las empresas. Es decir, las intentó convencer de que un uniforme no solo es poner el nombre, sino que se trata de dar una imagen de marca, de venderse. Y el tercer paso fue darse visibilidad a través de las redes sociales, especialmente Instragram, donde es muy activa. Todo eso le permitió salir de la provincia y llegar al resto de España con unos uniformes a medida para cada cliente. Ahora tiene pedidos en Huelva, Alicante, Barcelona, Huesca, Denia o Gijón, entre otros. «La fabricación tiene un proceso productivo lento, el textil se fue hundiendo, cuando empecé en la moda compartíamos talleres con marcas como Carolina Herrera o Zara y ahora trabajo con pequeños talleres que están en Redondela o Vigo, además del mío», asegura Silvia Crespo, que no duda en animar a todos los que tengan una idea rondando por la cabeza a que emprendan.

Ella apostó por la calidad para ser competitiva. Y parece que le dio resultado. El único aspecto negativo y ella no lo calificaría de esa forma es que «estoy las 24 horas del día y los siete días de la semana dándole vueltas a la cabeza». Es su forma de vida y en la que ha criado a su hijo. De hecho recuerda que cuando era más pequeño y andaba por el taller ya quería hacer etiquetas y venderlas en el colegio. «Traía hasta pedidos», bromea Silvia, que acudió a la presentación de Talento Novo, un paquete de medidas de la Xunta para mejorar la empleabilidad y aptitudes de los menores de 30 años.