«Confiamos todo a una pantalla y despreciamos lo que enseña a vivir»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Joaquín Araújo defiende el poder de los árboles para combatir el cambio climático

19 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El arranque de la conferencia que ayer ofreció el naturalista Joaquín Araújo (Madrid, 1947) en la Escola de Forestais de Pontevedra fue toda una declaración de intenciones y una llamada a la acción desde el principio. «Voy a hablar de pie para parecerme a un árbol. El ser humano y el árbol somos agua erguida. Qué parentesco, qué confluencia». Su exposición, que llevaba por título Ser bosque o ser ceniza, tuvo mucho de filosofía y de poesía. Atento escuchó el público que casi llenaba el salón de actos, en su mayoría, alumnos universitarios de Forestais y de Ciencias da Educación.

Director y realizador de documentales y autor de numerosos libros, Joaquín Araújo es presidente del Proyecto Gran Simio en España y fue Premio Global 500 de la ONU en 1994. Confesó que vive en un bosque y que se va a convertir en un árbol porque su deseo es ser enterrado en las raíces de un roble. «Lo tengo decidido hace cuarenta años», desveló.

En su exposición afirmó que el bosque «es el mejor ejemplo de la invención suprema de la vida: la continuidad». Eso le sirvió para subrayar que las herencias tiene que ser hereditarias. «Tenéis entre 40 y 50 años menos que yo y tenéis la posibilidad de heredar el planeta de los árboles o el planeta de los residuos. La situación está así de asquerosa».

En un tono muy crítico, censuró que esta civilización haya apostado, dijo, por vivir contra lo viviente, contra el bosque, cuando el bosque «es el mejor catedrático y los doctorados se dan al aire libre».

Joaquín Araújo insistió en que es imposible que haya cultura sin naturaleza y aseguró que si la situación del planeta es hoy dramática y catastrófica es porque se ha apostado «por un estilo de vida que va contra la vida y que se convierte en una amenaza contra lo viviente». Para él, estamos ante una catástrofe ambiental y también intelectual. «Nos fascina la tragedia y la cultivamos, pero no la tragedia de la naturaleza», recalcó.

El naturalista, que participó en la Cumbre del Clima de Madrid, hizo hincapié en que la verdad y el conocimiento científico es quien nos tiene que informar. «Ya no hay paños calientes. No es cambio climático, es catástrofe climática». Ante un auditorio joven, cargó contra los móviles. «Confiamos todo a una pantalla y despreciamos lo que enseña a vivir. La realidad no está en el bolsillo. Hay que elegir la libertad, no una esclavitud por la que se paga».

Para el divulgador, la mentira es quien gobierna el mundo en estos momentos y las pantallas están a favor de la negación de la catástrofe climática. A pesar de esa situación, matizó, «el bosque sigue trabajando a nuestro favor». Tomando prestado un poema de Antonio Gamoneda, volvió a su idea, «todo es verdad bajo los árboles, todo es mentira bajo techo». Expuso que hace 50 años el planeta tenía el doble de vida salvaje que hoy y subrayó que lo mejor de su trayectoria humana es haber plantado 25.000 árboles. «El bosque es parte importante de la solución aunque habría que haber cambiado el modelo energético hace 30 o 40 años. Hay que seguir plantando árboles». Sostuvo que no va a ser la tecnología quien nos saque de la catástrofe. De ahí que, ahora, la situación de catástrofe climática exija mantener en pie todos y cada uno de los árboles. Y dio un dato, en el 2019 se perdieron 15.000 millones de árboles por incendios en el mundo.

Reparto de bidones y un mercado de productos locales

  

Lo decía ayer el director del programa Green Campus en Pontevedra, Carlos Souto: «Aquí hacemos cositas pequeñas para fomentar el respeto y el cuidado por el medio ambiente y para que la educación ambiental sea un motivo más del día a día». Entre esas cositas pequeñas está la jornada que se desarrolló en la Escola de Forestais. Además de la conferencia que impartió el naturalista Joaquín Araújo, la iniciativa incluyó un reparto de bidones entre la comunidad universitaria y un mercado de comercio local y consumo responsable.

Con esos bidones blancos con el logo del Green Campus se busca que estudiantes, profesores y personal de administración y servicios reduzcan el consumo de agua en botellas de plástico. Esta medida complementa la instalación de fuentes en diferentes centros del campus que se llevó a cabo en los últimos meses. El mercado de productos ecológicos y de proximidad se celebró en la planta baja de la Escola de la mano de la asociación 4 Ponlas. «El consumo de productos locales es una forma de disminuir la huella de carbono y de fijar población», señaló Carlos Souto. La actividad también sirvió para difundir los objetivos de esta asociación de productores ecológicos.

Dentro de las acciones aprobadas para este curso por el comité ambiental del Green Campus figura, precisamente, la puesta en marcha de un grupo de consumo de productos de proximidad en el campus de Pontevedra. La Universidade está esperando el aval de la Xunta para poder gestionarlo como asociación. Inicialmente, se ofreció la participación en el grupo a docentes, personal de administración y servicios y alumnos de los últimos cursos y de máster.