Turista de pozas, ¿vendrás a Pontevedra?

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Los Baños de San Xusto se rehabilitan para tener bañeras públicas. Y hay más proyectos. ¿Estarán abiertos algún día?

08 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En ocasiones -bastantes veces de las que sería deseable- concellos y particulares se enfrascan en proyectos grandilocuentes que echan años empantanados. En la comarca de Pontevedra, hay experiencias de ese pelaje con el asunto de las pozas públicas, balnearios o estaciones termales. Había una proyectada en Ponte Caldelas, que la crisis devoró con ansia y que se quedó ahí, a la espera de tiempos mejores y en esqueleto de hormigón. En Caldas, llevan años a vueltas con las pozas públicas de A Tafona, sobre las que llovieron problemas y ríos de tinta sin que nunca llegasen a terminarse. Y el último concello en sumarse a estos proyectos fue Cerdedo-Cotobade que proyecta la rehabilitación de los baños de San Xusto de Sacos. Teniendo en cuenta este peliagudo contexto, hay que tirar de prudencia. Puede que se rematen estas obras. O puede que la fatalidad vuelva a aparecer. Pero lo cierto es que los tres concellos, Ponte Caldelas, Caldas y Cotobade afirman que, ahora así, pelearán duro para tener pozas termales. Así que el turista termal podría ir haciéndole un hueco en la agenda a Pontevedra. Eso sí, sin fecha cerradas todavía.

Empecemos con el proyecto de San Xusto de Sacos. El Concello ha empezado a rehabilitar los viejos baños con una partida de 70.000 euros. No se entendería lo que se quiere hacer sin conocer la historia del lugar, un sitio precioso metido en el río Lérez, apartado de todo -aunque a menos de media hora en coche de Pontevedra-, lleno de verde y al que se accede tras una pendiente de órdago. Ahí, desde 1915, funcionaba con brío una especie de casa de aguas en la que había doce bañeras, cada una en una habituación con ventana, espejo, alfombra y taburete. Venía gente de todos lados a tomar los baños y algunos paraban a dormir en casa de los vecinos, en el lugar de Outeiro. El Concello era quien les cobraba por el baño.

Recuerda la historia Cristina Fraga, vecina de Cotobade y también la arquitecta que redactó el proyecto para rehabilitar los baños: «Venía mucha gente en esos años en los que el termalismo estaba tan en boga porque era la medicina más eficaz. Incluso los dueños de Jabones La Toja quisieron comprar estos manantiales. Pero lo cierto es que nunca dejaron de ser públicos», indicó. Los vecinos de San Xusto también recuerdan aquel ir y venir de bañistas. Y rescatan del pasado anécdotas singulares, como el hecho de que hubiese algunas bañeras reservadas para el baño de los tuberculosos. A partir de los sesenta, comenzó el declive y los baños acabaron comidos por el olvido, aunque varias de las bañeras aún se conservan.

Las antiestéticas duchas

En un momento dado, ya con las bañeras en desuso, se construyó al pie de los manantiales unas antiestéticas duchas con una caseta horrenda, que no sirvió de nada más que de monumento al feísmo. Hace un lustro, el Concello retomó la idea de rehabilitar los baños de San Xusto -el mandatario, Jorge Cubela, señaló en varias ocasiones que si lleva a cabo esta obra para él ya estaría justificado su paso por la alcaldía-. Peleó para demostrar la titularidad municipal de los terrenos y para salvar mil y un escollos burocráticos más. Ahora, por fin ha empezado la obra, que tiene un plazo de ejecución de doce meses. La idea es hacer unas pozas públicas al aire libre, del estilo de las que abundan en Ourense, y construir también una pequeña casa de aguas, que dará en concesión a una empresa, y que estará ubicada en lo que fue una vieja minicentral eléctrica. Los trabajos los está llevando a cabo la empresa Coviastec y, si nada falla, a principios del año que viene debería tener todo listo.

¿Será Cotobade, por tanto, el que le ponga el cascabel al gato de los balnearios y se convertirá en el primer Concello de la comarca que logra sacar adelante un proyecto de pozas públicas? Habrá que verlo. Desde Ponte Caldelas, el alcalde, Andrés Díaz, cuenta que también corren vientos favorables para que la villa cuente con una estación termal. Habrá que ver si esta vez el proyecto logra sortear la maldición que arrastra. Sí. Porque, tiempo atrás, Ponte Caldelas tuvo un balneario que era el orgullo de todo un pueblo. Pero a principios del siglo pasado empezó su declive y se dejó de sacar rentabilidad turística y comercial a sus aguas. Muchos años después, el viejo balneario acabó convertido en un restaurante. Y más tarde, como si con eso fuese poco, se terminó demoliendo. La idea era hacer un establecimiento termal moderno. Pero la crisis y cien mil problemas más hicieron que los planes fracasaran de forma estrepitosa. Y que encima el proyecto se parase cuando ya estaba a medio construir, dejando como huella todo un monumento al feísmo hecho de hormigón y basura. El caso es que el Concello se propuso darle la vuelta a la tortilla. Tardó tiempo en lograr comprarle a la Sareb -popularmente conocido como el banco malo- la famosa parcela del balneario. Pero lo logró en el año 2018. Desde entonces, anda a vueltas con el proyecto para hacer una modesta estación termal. La idea es seguir el ejemplo de Outariz, en Ourense, y contar con dos piscinas al aire libre y también un local acristalado. El alcalde, Andrés Díaz, indica que hubo que modificar una parte de ese proyecto por una indicación de Augas de Galicia, pero que ahora ya está listo. Debe construirlo la empresa a la que luego le entreguen la concesión de la estación termal. Díaz cree que será pronto: «Queremos que dentro de unos meses quede adjudicado», dice.

¿Y Caldas? Ahí, llevan años tratando de sacar adelante las pozas públicas de A Tafona. El alcalde dice que la obra está casi lista, que faltan detalles. Y que aún no saben cómo lo gestionarán.