No tienen la mercancía en depósito
Los Juncales pagan la mercancía que valoran y engordan esta máquina del pasado en la que perderse es un placer. «Van de vuelta más cosas de las que hay aquí», comentan los empleados para demostrar que no todo vale. No es una feria ni un mercadillo, es un rincón con acceso al pasado. Y, ¿qué es lo que más le llama la atención a la gente?». No saben con que quedarse, si con las máquinas de fotografía de fuelle de principios del siglo XX, las máquinas de escribir antiguas o una bicicleta estática para hacer gimnasia pasiva de los años cincuenta, una joya que José Manuel no ha visto nunca. Muchos de estos objetos superan con creces los cien euros, pero ¿quién se deshace de todas estas piezas? La procedencia es de lo más variopinta. El propietario de la tienda, Carlos Juncal, trae mucho material de Inglaterra, pero la gran mayoría llega ahora de familias que heredan casas y se quieren deshacer de parte de los muebles. «Las casas ahora están muy vacías», comenta la empleada. Pero también hay espacio para la picaresca. «A veces viene la policía buscando algo robado y nosotros tenemos que echar a gente porque ves que lo que trae no es de procedencia legal», subraya Garrido.
En medio de tantas joyas del pasado sorprende un buen puñado de ropa y botas militares. ¿Cómo ha llegado eso hasta ahí? Muy fácil. A los militares le dan la ropa y después algunos la venden en Los Juncales. «Es la preferida de pescadores, es ropa muy buena», comenta la empleada.