Alfredo López (CEMMA): «Ao ver unha balea azul, quédaste mudo»

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

M.MORALEJO

Este biólogo es uno de los mayores especialistas en las distintas especies de cetáceos de la costa gallega

05 ene 2020 . Actualizado a las 11:57 h.

Alfredo López Fernández (Castrelo, Vigo, 1964) es la voz más conocida de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños de Galicia (CEMMA). Este doctor en Biología marina por la USC, forma parte de esta agrupación desde su creación en 1990 y la lideró desde su primera directiva en 1992 hasta el 2011, cuando recogió el testigo su actual presidente, José Antonio Martínez Cedeira. A lo largo de esos años hasta la actualidad, ha sido uno de los responsables de que la sociedad descubriese la importancia de arroaces, delfines, toniñas y ballenas para el ecosistema marino gallego y sus aguas oceánicas más próximas. Cada vez que se produce un varamiento de un animal en cualquier parte del litoral gallego, está al tanto y es muy fácil que también se ponga el mono de trabajo y asuma, a pie de playa, la toma de muestras y el examen del cuerpo arrastrado por las olas.

Este biólogo recuerda los años en que apenas se sabía algo sobre los cetáceos gallegos, aparte del trabajo que había hecho la Sociedade Galega de Historia Natural en los años 70. «O mundo mariño estaba infravalorado», precisa al apuntar la situación sobre el estudio de los varamientos a finales del siglo XX. CEMMA contribuyó a que todo esto cambiase, coordinando a personas individuales y a asociaciones, y a él le tocó un papel no poco relevante al dar a conocer su trabajo ante la sociedad como portavoz de este colectivo.

La carrera profesional de Alfredo López comenzó como dibujante, trabajando para el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, con base en el Museo Luis Iglesias, de la USC. Su contacto con los varamientos de aquellos años se limitaban a la toma de muestras en los arenales y algunas cosas más. Cuando por un cambio en la dirección, este campo de trabajo quedó relegado, Alfredo López y otros compañeros decidieron crear CEMMA. Era 1990 y dos años después la regularizaron como una asociación que fue ganando presencia en la sociedad gallega y prestigio ante las Administraciones. De hecho, Concellos, Policías Locales y vecinos en general marcan su número cuando aparece un arroaz varado o se ve un delfín en apuros en la costa.

Varamientos masivos

Para Alfredo López, el mar es su segunda casa y el estudio de su fauna una de sus pasiones. Aún así tiene también sus momentos agridulces, porque gran parte de su trabajo se desarrolla precisamente con animales muertos, empujados por las mareas a las playas. No es la primera vez que le toca un varamiento masivo, una circunstancia «moi complicada de manexar». Recuerda que el más reciente fue la aparición de varios delfines en la ría de Arousa el pasado verano con pocos días de diferencia, la muerte de un grupo de 22 y otro de 14 calderones en la costa de Lugo y un episodio que, afortunadamente, no fue tan terrible como se pensó al principio. Se refiere a cuando en 1992 unos tres mil delfines estuvieron a punto de perder la vida a la altura de Fisterra.

CEMMA no solo se ocupa de los animales fallecidos en las playas, sino que también tiene en marcha proyectos de observación de los cetáceos en el medio marino. Recientemente ha elaborado una guía con las aletas de los arroaces gallegos, que son tan diferentes y únicas para cada ejemplar como la huella de un dedo para un humano.

Una de las mayores sorpresas de su trayectoria profesional fue el avistamiento de una ballena azul frente a Ons hace dos años. «Ao ver unha balea azul, quédaste mudo porque non contas con encontrarte con este animal, e é inmenso, impresionante. Quédaste sen palabras durante un rato».

Explica que al principio ni siquiera se dieron cuenta de qué se trataba, tan inesperada fue su presencia. «Ían dúas baleas xuntas, unha pequena e outra máis grande, pensamos que era unha balea co seu cachorro, pero despois coas fotografías que fixemos xa confirmamos que se trataba dunha balea azul». La sorpresa fue grande, pero aún sin saber qué era aquel día en el mar «quedámonos sen palabras ao ver a inmensidade do animal».

Otro animal que marcó una época fue Anduriña, una ballena yubarta que se paseó por el puerto de Marín y estuvo un mes en la ría de Pontevedra, justo tras el terrible golpe que supuso la marea negra del Prestige. «É un recordo moi gratificante, representa un pouco a recuperación daquel dramático acontecemento do Prestige e despois de encontrarnos tantos animais mortos na auga, Anduriña deunos a esperanza de continuar vivindo no mar». Y efectivamente, desde entonces, el mar y sus habitantes no han dejado de mostrar una inagotable capacidad para sorprender.