Sus esculturas transmiten realismo. Él mismo reconoce que hasta que ve que sus obras no tienen la sensación de transmitir vida, no las da por acabadas. «A veces en ese proceso, la propia obra te lleva por derroteros que no esperabas. No son obras cerradas, te das cuenta de que no, que dialogan y crean una nueva», explica Conde, que con las figuras atléticas representa el nivel más superficial, mientras que los gordos, una de sus señas de identidad, responden a imágenes más profundas, de condensación, a medio camino entre el mundo onírico y el real.