Un testigo del atropello al pelotón de A Guarda: «Uno, otro, otro... Lo único que ví fue saltar ciclistas por arriba, por los lados y por debajo del coche»

Ana Barcala ANA BARCALA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

El anciano que los arrolló, que se acogió a su derecho a no declarar, se enfrenta a 4 años de prisión

19 dic 2019 . Actualizado a las 14:38 h.

Manuel B.A.L, acusado de dos delitos de homicidio y nueve de lesiones con imprudencia grave, se acogió esta mañana a su derecho a no declarar en el juicio celebrado por el atropello a un pelotón de ciclistas en A Guarda ocurrido en marzo del año 2016. 

Escuchó en silencio las declaraciones prestadas por los ciclistas heridos, testigos, agentes de la Guardia Civil de Tráfico y forenses declinando intervenir al finalizar la vista.

Uno de los testimonios más escalofriantes fue el del conductor que circulaba tras el anciano la mañana en la que ocurrió el accidente. Se trata de un vecino de Burgos que se encontraba en la zona de vacaciones. Ya había puesto el intermitente para señalizar la maniobra de adelantamiento al pelotón cuando presenció el impacto. «Uno, uno, otro, otro.. lo único que vi fue saltar ciclistas por arriba, por los lados, por debajo del coche». Relató también que vio como el conductor continuó el trayecto en línea recta y solo pisó el freno al llegar a un cambio de rasante. «Le vi bajarse del coche para comprobar qué llevaba pegado a los bajos. Yo no sabía si era una persona o un objeto. Y vi como sacaba el cuadro de una bicicleta, lo tiraba al arcén, volvía la vista para ver lo que había hecho y se subía al coche para continuar».

Parte de este testimonio fue coincidente con el de los dos ciclistas que iban a la cola del pelotón, en fila india. El último dio un grito cuando le sobrepasó el conductor, a unos 20 centímetros. El segundo se volvió y comprobó como el coche entraba en diagonal e iba derribando a los ciclistas de dos en dos, llevándose los de la izquierda la peor parte.Ninguno de ellos vio las luces de freno del coche ni un cambio en la trayectoria para intentar esquivar a los ciclistas. La sensación, indicaron, fue de que circulaba a «gran velocidad». 

El informe, de 60 páginas, elaborado por la Guardia Civil, indica que el accidente tuvo lugar en un tramo recto durante una mañana con condiciones óptimas para la conducción y nada que pudiese provocar un deslumbramiento en una carretera en la que la velocidad está limitada a 90 kilómetros por hora, posiblemente, aunque no quedó demostrado, a la que circulaba el anciano, que poseía un carné de conducción con restricciones.

Especialmente emotivo fue el testimonio del ciclista con mayores secuelas. José Antonio Vilán acumula más de una veintena de secuelas que le limitan su autonomía para tareas tan cotidianas como afeitarse, vestirse, comer, salir de casa, conducir, leer o pintar. Antes del accidente José Antonio Vilán dirigía el mayor equipo de investigación de la Universidad de Vigo y ultimaba un desarrollo para el acelerador de partículas, un proyecto con un presupuesto de 1,2 billones de euros que sus compañeros presentaron recientemente en Alemania. 

Sus lesiones, por las que ya le ha sido reconocida la incapacidad permanente absoluta, le impiden mantener el equilibrio y hacen tener visión doble, además de padecer pérdidas de memoria constantes. Por ello, el Ministerio Público elevó la indemnización inicial a 1.800.000 euros, mientras que su defensa solicitó el pago de 2,5 millones de euros.

 Las 14 personas que integraban el pelotón, el accidente derribó a 10 y solo 4 permanecieron ilesos, eran ciclistas experimentados, con al menos 10 años de práctica deportiva y en varios casos competidores de élite. Uno de ellos reconoció en sala haber abandonado esta práctica «por miedo».

El Ministerio Público en sus conclusiones tachó lo ocurrido de «suceso» al entender que un accidente es algo imprevisible e inevitable y «no es el caso». Reconoció que la negativa a declarar del acusado dejaba en el aire la duda de si ignoraba que podía pisar la línea continua para adelantar a los ciclistas dando por hecho que cometió una «imprudencia grave» por conducir «de forma distraída y sin prestar la obligada atención». Insistió en que el anciano «arremetió violentamente» contra el pelotón «sin realizar ninguna maniobra evasiva de frenado o de cambio de dirección». Debido a la colisión, dos de los ciclistas, José Antonio Casás Pérez, Ñito, y Diego Freiría Fernández, murieron.

Sin señal de arrepentimiento

Al término de la sesión el abogado de la Asociación de Ciclistas de Galicia, Vicente Guzmán, personada como acusación particular, echaba de menos una señal de arrepentimiento del anciano tanto el día en que ocurrieron los hechos como durante la vista.

Cabe recordar que el anciano continuó su trayecto y detuvo el vehículo en el bar más cercano, desde donde alertaron de lo ocurrido al cuartel de la Guardia Civil.

Vicente Guzmán indicaba que tanto los familiares de los fallecidos como los ciclistas víctimas del accidente «se quedarían más tranquilos si este señor les hubiese pedido disculpas que con una condena de 4 años de prisión que no cumplirá por la edad que tiene», concluyó.