Piden cuatro años de prisión para un hombre acusado de abusar de una menor

Ana Barcala PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

17 dic 2019 . Actualizado a las 14:29 h.

El Ministerio Público solicita una pena de cuatro años y tres meses de prisión para un hombre acusado de abusos continuados a una menor, ahijada de su esposa. La niña, que comenzó a visitar el domicilio conyugal a muy corta edad, pasaba todas las noches de sábado en la vivienda de la pareja, situada en Poio.

El Ministerio Público sostiene que el acusado, con el único fin de satisfacer sus deseos sexuales y sirviéndose de la confianza derivada de la relación familiar, aprovechaba el momento de acostar a la menor para tumbarse junto a ella y efectuarle tocamientos por encima de la ropa. Al menos en una ocasión, cogió la mano de la niña y la llevó hasta su pene utilizándola para masturbarse, según relató el Ministerio Público, que también solicita una indemnización de 10.000 euros.

La defensa pide la absolución y el acusado niega los hechos. Reconoció que la niña pasaba los fines de semana en el domicilio que comparte con su esposa, madrina de la niña y con quien ésta compartía la cama para dormir. Relató que su horario de trabajo, en una depuradora de 6 de la madrugada hasta las 10 de la noche, limitaba el tiempo que pasaba con la menor. Su esposa defendió también su inocencia e insistió en que la niña era «muy celosa» y la reclamaba «solo para ella».

Por la sección cuarta de la Audiencia Provincial pasaron esta mañana alrededor de una decena de testigos, entre familiares y peritos, que evidenciaron ciertas contradicciones en el relato de los hechos y dibujaron el perfil de la menor como una niña con necesidad de ser centro de atención.

 La primera que puso en duda la versión de la menor fue su abuela paterna, con la que convivía desde los 5 años. Contó que la pequeña perdió a su madre cuando tenía solo 4 años y la custodia inicial fue para los abuelos maternos, lo que llevó a la niña a O Vao. Un año después la pequeña se trasladó al domicilio paterno, en Soutomaior, donde convivía con sus abuelos y sin apenas contacto con su padre, a quien no le une ningún vínculo afectivo.

Fue a su abuela a quien primero le contó lo que había ocurrido. E inicialmente la creyó. Convocó una reunión familiar para esclarecer el asunto y cortó las pernoctaciones de la niña en casa de su madrina. Sin embargo aseguró que con el paso de los años se dio cuenta de que la pequeña «exagera» y que incluso llegó a inventar «que le pegué».

Su situación personal derivó en una atención psicológica constante desde los 6 años en el centro médico de A Parda. La psicóloga que la atendía reconoció que la menor nunca mencionó los hechos que esta mañana se juzgaron, a pesar de que la visitaba bimensualmente. La técnica del servicio municipal de intervención familiar que emitió el informe que facilitó la tutela de la joven al departamento de Menores de la Xunta definió a la niña como una persona muy inteligente, con mucha creatividad y con necesidad «de llamar la atención», pero con cierta conflictividad derivada de sus vivencias personales. Llegó a escaparse de casa de su abuela en dos ocasiones, antes de que la Xunta asumiese su tutela. 

Sobre este aspecto incidió también el tutor escolar de la pequeña en el momento que se denunciaron los hechos. La pequeña contó a su profesor detalles sobre los presuntos abusos insistiéndole en que nadie la creía ni su «madre», que había fallecido varios años atrás. El profesor relató también que la joven «llamaba la atención» haciéndose daño con «objetos punzantes, como bolígrafos».