Pichón, la paloma empeñada en desayunar gratis y bajo techo en Pontevedra

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Las aves ya no solo se llevan las tapas de las terrazas, sino que se cuelan en los bares. Ocurre en el Don José, un local donde se han rendido ante un pájaro ladrón de migajas

08 oct 2019 . Actualizado a las 15:30 h.

Hace tiempo que los pontevedreses se han acostumbrado a que las palomas y gaviotas pueblen las terrazas. De hecho, en muchas mesas exteriores hay que comer los pinchos a la carrera para evitar que un ave se lo acabe zampando primero. Y eso que tanto el Concello de Pontevedra como el de Marín tienen planes de control de ambas especies

Pues hay alguna paloma que ya no solo se conforma con las terrazas, sino que diariamente, y casi siempre a la misma hora, se cuela en el interior de un bar a picar las migajas que van quedando de desayunos o tentempiés de media mañana. Ocurre en el Don José, un mítico bar que hace esquina en calle Fernando Olmedo y en el que, por su ubicación próxima al Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) no es raro toparse en él con grandes campeones deportivos como Javier Gómez Noya o Teresa Portela, por citar solo dos ejemplos. Pues en ese establecimiento, desde hace algún tiempo, una paloma entra todas las mañanas por la ventana y empieza a picotear todas las migajas de bizcochos o churros. Eso sí, es respetuosa y se lanza a por los trocitos del suelo, nada de lanzarse a por las mesas. 

Así lo hacía esta misma mañana de martes, ante la mirada impasible de numerosos estudiantes que tomaban mesa en el local. Juana y Óscar, los camareros, hacían algún que otro intento por echarla fuera. Pero Óscar reconocían que ya se han rendido ante estas visitas diarias del animal: «No hay manera, por mucho que la eches vuelve todos los días, así que hay que aguantarla. Y siempre es la misma», indicaba ese hombre bandeja en mano. Luego, no sin humor, indicaba que ya incluso la ha bautizado como Pichón. 

El Don José no es el único bar de Pontevedra que lidia con palomas y gaviotas. Numerosos establecimientos se quejan de que las aves se llevan la comida de las terrazas y que rompen mucha vajilla. «Vienen volando y se llevan hasta los bollos de leche grandes. Nos rompen las copas», contaba en una entrevista en este periódico el camarero del Bar Bicos, uno de los afectados por este problema. 

Frente a esa realidad, la de las quejas por la proliferación de palomas y gaviotas en Pontevedra,  está la otra, la de los niños que se pirran por darle de comer a las palomas en A Ferrería. De hecho, la imagen de los críos dando maíz a las palomas en la citada plaza es casi una postal permanente en Pontevedra en días de buen tiempo.