El Porquiño á brasa llena Amil

La Voz

PONTEVEDRA

Miles de personas se dieron cita este domingo en la carballeira para degustar el asado

26 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A primera hora de la mañana de este domingo se encendieron las hogueras para la preparación, a fuego lento y con madera de calidad, de los porquiños á brasa, la especialidad culinaria que ha hecho famosa a la parroquia de Amil. El último domingo de agosto es el día grande de este festejo, que en esta edición cumple los treinta años y que congregó, una vez más, a numerosos vecinos y visitantes de toda la provincia.

Se trata de un público entregado que esperó, con una mezcla de paciencia y curiosidad, al sorteo de los lotes a las dos de la tarde. Y es que aunque todos los veranos la imagen de los porquiños alrededor de las hogueras se repita con una puntualidad suiza, el resultado conforma una estampa tan atractiva para los asistentes, que las cámaras de los móviles no pararon de hacer fotos y vídeos. Unos lo hacían para dar envidia a los que no podían estar allí y otros se sumaron para conservar para el futuro la instantánea que rememore su presencia en el gran banquete de Amil.

En el recinto del asado del recinto festivo se prepararon docenas de porquiños á brasa. Solo en la carpa se dispusieron 55 lotes, que vecinos y visitantes pudieron adquirir en las semanas previas al evento festivo. Los lotes constan de un porquiño de entre catorce y dieciséis kilos de peso, acompañados por una empanada de kilo y medio, de zorza o bacalao con pasas, además de doce botellas de vino de Barrantes, seis botellas de agua, dos bollas de pan, dos bicas y café de pota con gotas de aguardiente para la sobremesa.

Además de los platos que se sirvieron en las mesas de la carpa, también se asaron muchos porquiños para grupos particulares, porque esta celebración trasciende a un lugar tan concreto de Amil como la carballeira para convertirse en un evento que transforma toda la parroquia. En muchos hogares este domingo se reunieron amigos y familiares, como solo se hace en ocasiones muy especiales, para pasar una jornada única.

Por la tarde, el tiempo permitió la celebración de juegos tradicionales, y la música, la diversión y el buen ambiente continuó hasta el anochecer.