Adiós al hombre que tenía Pontevedra en su memoria

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

José Luis Fernández Sieira, presidente de honor de la Filarmónica, será enterrado esta tarde

06 may 2019 . Actualizado a las 10:11 h.

Es la memoria una de esas cosas que nos hace tan valiosos como seres humanos. Y era su memoria, su afabilidad y esa capacidad suya para contar las cosas lo que convertía a José Luis Fernández Sieira en un personaje histórico de Pontevedra. Fernández Sieira, presidente de honor de la Filarmónica, falleció a los 90 años y, mientras se le vela en el tanatorio Virgen del Camino, no falta quien recuerde por qué se le quería tanto en la Boa Vila. 

Fernández Sieira llegó a Pontevedra siendo casi un bebé, a los dos años. Se vino con su madre desde A Pobra do Caramiñal, donde había nacido. Contaba siempre que no pudo conocer a su padre, que falleció en un barco de vapor a causa del cólera cuando viajaba de Nueva York a Buenos Aires.

Su madre se asentó con él en el barrio de Santa María, donde creció José Luis. Allí fue monaguillo de la basílica y allí, a muy temprana edad, comenzó a sentir inquietud por la música. «Me consideraban un niño raro porque con ocho años los domingos por la mañana prefería sentarme en un banco de la alameda frente al palco de la música para escuchar a la banda que jugar a la pelota con mis amigos», contaba en una entrevista en La Voz en el 2011 el propio Fernández Sieira. 

Estudió guitarra con el maestro Pola, pero fue sobre todo un músico autodidacta. Aprendió solfeo y a tocar el piano por su cuenta. En el instituto hizo teatro, cantó en el coro y formó parte de la rondalla. Así lo recordaba él mismo, con su inconfundible sentido del humor, en esa misma entrevista: «Formé parte de una rondalla que daba serenatas a las chicas los sábados a la luz de la luna; eran serenatas interesadas porque los novios de esas chicas a las que rondábamos después nos pagaban una cena a los músicos en Calixto».

Con 18 años se hizo socio de la Filarmónica y ya nunca más se separó de la entidad. Fue primero secretario, luego vicepresidente y posteriormente presidente de la Filarmónica. Seguía siendo presidente de honor. Era un gran defensor del colectivo y ponía todo el esfuerzo del mundo en explicar que no se trataba de una entidad elitista, sino todo lo contrario. Estaba orgulloso de la Filarmónica: «Ha hecho que muchos pontevedreses entendiesen y amasen la música clásica», se le escuchaba decir a menudo. 

De profesión funcionario de Obras Públicas, la dedicación de Fernández Sieira al ámbito cultural fue mucho más allá de la Filarmónica. Durante 39 años fue el encargado de escribir las semblanzas de Amigos de Pontevedra. Narró, con estilo peculiar y cariño descomunal, la vida de médicos ilustres o grandes políticos, pero también de personas muy humildes, como un niño del hospicio, Avelino, que durante años tiró del carro de la Peregrina. Recogió en un libro muchas de esas historias. Decía que una de las que le había marcado era la de Javier Cabo, médico pontevedrés en Madrid, autor del primer trasplante de corazón a más de un recién nacido. 

Padre de siete hijos y abuelo de quince nietos, fue pregonero del carnaval, fue homenajeado por la Peña de la Boina en el 2011 o por el Liceo Casino en 2009. Si se le preguntaba por su rincón favorito de Pontevedra, se quedaba con la Santa María de su niñez. Ahí, en la basílica, tendrá lugar esta tarde su funeral. Posteriormente, se le dará sepultura en el cementerio parroquial de Mourente.