«Cogimos la carretera porque la ruta del bosque nos dio miedo. Pero aquí hay muchos coches»

m.h. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

25 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno se para un rato en algún punto del Camino Portugués es muy fácil entender el auge que ha tomado esta ruta jacobea. No dejan de pasar caminantes prácticamente a cualquier hora del día. La prueba del algodón se hacía ayer, sobre la una de la tarde, en el vial de Tomeza, ese que la Xunta cree que resulta peligroso para los peregrinos. Y, como suele ocurrir, en menos de media hora pasaban más de treinta personas con su bastón, su mochila y su ilusión por llegar andando a Compostela. Si se les preguntaba por el tramo de O Marco y Tomeza, lo tenían claro: «Hay muchos coches», era el sentir general.

Sobre la una de la tarde, los primeros en aparecer por la zona del bar A de Pepe eran unos estudiantes de los Salesianos de Elche, que empezaron el camino en Tui. Iban parapetados con impermeables de colorines y contaban por qué eligieron caminar por la carretera provincial en vez de por la senda natural del Gafos, que recientemente fue señalizada como ruta jacobea y que discurre casi paralela al asfalto. «Cogimos la carretera porque la ruta del bosque nos dio miedo. Pero aquí hay muchos coches. La verdad es que pensamos que lloviendo si nos metíamos por el río quizás era peligroso», decían.

Tras ellos, aparecían tres jóvenes naturales de Italia pero afincadas en Viana do Castelo, que empezaron el Camino en esa ciudad y que cuando llegaron al límite entre Pontevedra y Vilaboa también prefirieron la carretera provincial a la senda del Gafos: «Ir por el río con la lluvia nos pareció difícil y vinimos por carretera. Pero no es un tramo bonito ni fácil porque hay momentos en los que los coches pasan muy pegados. Creemos que harían falta unas aceras», decía Yulia mientras se arrimaba al arcén y una furgoneta pisaba el carril izquierdo para no aproximarse a ella.

Risueñas y también ataviadas con sus correspondientes impermeables llegaban luego varias mujeres alemanas. Señalaban en inglés que habían empezado el peregrinaje en Oporto y que llegaban a Pontevedra asombradas con los paisajes que fueron viendo a lo largo del Camino. Eso sí, también les parecía que sobraban los vehículos en algunos tramos: «Sí, hay demasiados coches», afirmaban. Luego, seguían a paso firme.