«Aprender y poder comunicarse con personas sordociegas es mágico»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

ASPACIDE

El pontevedrés Nardo Iglesias, que trabaja en Sevilla, hará con cuatro usuarios parte del Camino Portugués

14 abr 2019 . Actualizado a las 17:46 h.

El pontevedrés Nardo Iglesias lleva cinco años trabajando en el único centro residencia que existe en España para personas jóvenes y adultas sordociegas. Es el Centro Santa Ángela de la Cruz, ubicado en el municipio de Salteras, en la provincia de Sevilla, y vinculado desde el 2010 a la Asociación Española de Familias de Personas con Sordoceguera (Apascide).

Una casualidad en una reciente visita de Nardo a Pontevedra hizo que este mediador del centro, que antes trabajaba como monitor de sala en un gimnasio, conociera a usuarios y voluntarios de Rodando, un programa que surgió hace tres años en la ciudad de la mano de Amencer, Discamino y Pedaladas y que promueve la inclusión de personas con necesidades especiales a través del ocio y del deporte. Sobre todo con paseos en bicis adaptadas.

Nardo cuenta cómo fue. Estaba preparando la intendencia para hacer parte del Camino Portugués a Santiago con usuarios sordociegos del centro de Sevilla. «Hace unos veinte días estuve en Pontevedra, yo conocía Discamino y una amiga me comentó que existía Rodando. Tenía que ir al albergue de peregrinos para echarle un vistazo para lo que vamos a hacer en mayo y como no podían atenderme en ese momento me fui a dar una vuelta. Haciendo tiempo me encontré con las camisetas verdes de Rodando», recuerda.

Habló con Silvia Rey, una de las voluntarias de Rodando, y de ese encuentro casual salió una colaboración muy sentida que se plasmará a mediados de mayo durante la etapa de Pontevedra del Camino. Pero, ¿cómo llegó Nardo al Centro Santa Ángela? Relata que conoció la sordoceguera en el año 2008 por una amiga. «Me sorprendió y me apunté a un campamento para dar apoyo a un chico. La comunicación era muy básica porque yo no sabía lengua de signos. Pero aquello fue algo mágico y a raíz de eso me formé en lengua de signos. Al año siguiente volví a otro campamento y ya me pude comunicar mejor con más usuarios». Siguió haciendo cursos de lengua de signos, que compaginaba con su trabajo como monitor de gimnasio, hasta que en el 2014 lo llamaron del Centro Santa Ángela para trabajar con ellos. No se lo pensó y allí sigue.

La aventura junto a personas sordociegas en la que están metidos empezará el 13 de mayo con el viaje a Galicia. Dos días después, el 15, comenzarán a andar para intentar llegar a Santiago en cinco etapas. La de Pontevedra a Caldas está prevista para el 16 y se sumarán miembros de Rodando. Del Centro Santa Ángela participarán cuatro usuarios sordociegos, dos hombres y dos mujeres. Son Victoria y Juanjo, de casi 60 años, Dolores de 45 y Cristian, de 28. Compartirán ese recorrido Gerardo Fernández, un chico de Vigo sordociego integrante de Discamino y voluntarios.

Entre los preparativos, además de entrenar desde enero, hacen talleres formativos para transformar los bastones de trekking en bastones de sordoceguera, que llevan unas tiras alternas blancas y rojas. Victoria, Juanjo, Dolores y Cristian tienen solo resto visual y padecen el síndrome de Usher, una enfermedad congénita que causa la pérdida de la audición y deriva en pérdida de la visión periférica. «Me tienen asombrado. Cristian y Juanjo corren carreras populares, y Victoria, a la que le cuesta más, empezó andando 6 kilómetros y ya está en 18». Ellos llevan un solo bastón y usan la otra mano para agarrarse al brazo de los acompañantes. ¿Cómo se comunican? «A través de lengua de signos apoyada con las manos, ellos interpretan nuestras manos. Es mágico».