Nanotecnología contra la marea roja

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARTINA MISER

Un grupo de la USC ha patentado un sistema que permite, mediante nanopartículas magnetoquímicas, eliminar las toxinas del agua; de ello se habló ayer en Vilagarcía

04 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Las mareas rojas son procesos naturales. «Purgas de mar», dicen los bateeiros, que se producen cuando en las aguas se concentran grandes cantidades de células tóxicas que son filtradas por algunas de las especies que viven en las rías. Por eso, en aquellas comarcas en las que el mejillón pesa en la economía local, las toxinas no son demasiado apreciadas: en un año caprichoso, pueden dar al traste con la campaña de extracción y venta de este bivalvo, poniendo contra las cuerdas a quienes de él viven. Vencer a ese fenomenal enemigo es uno de los deseos del sector. Y parece que la ciencia empieza a encontrar armas adecuadas para librar la batalla. Los grupos de farmacología y física aplicada de la USC, a través del proyecto Farmatox, han patentado un método para la eliminación de las toxinas del agua.

«El desarrollo intelectual está hecho y protegido por una patente. Pero aún queda su aplicación práctica, y para eso hace falta mucho que nadie quiere aportar», dice Luis Botana, el coordinador de esta investigación. El «mucho» al que se refiere es inversión que permita comprobar la viabilidad económica de un método que, «potencialmente podría cambiar la legislación» y facilitar la protección del mejillón de las aguas con toxinas.

Para conseguir ese objetivo es necesario echar mano de la nanotecnología. «Utilizamos nanopartículas magnéticas a las que se fijan las toxinas. Luego, con un imán, se retiran esas nanopartículas y con ellas la toxicidad», explica Botana. Ese sistema permitiría evitar «que la toxina llegue al mejillón», eliminando su presencia en el agua.

La aplicación práctica de este proyecto está aún en fase embrionaria. Pero, de cualquier forma, la existencia de esta patente demuestra que desde el ámbito científico se trata de dar respuesta a algunas de las grandes preocupaciones del sector mejillonero. De estos avances se habló en Vilagarcía, ciudad elegida para un taller de trabajo del proyecto Alertox-Net.

Representantes del sector mejillonero, de las cofradías y de diversos ámbitos científicos, se dieron cita en la capital arousana para ponerse al día del trabajo que se está realizando con las llamadas «toxinas emergentes». La explicación sobre qué son estas la brinda Covadonga Salgado, responsable del Intecmar. «No son toxinas nuevas; son toxinas que se conocen pero que no están legisladas, y que en estos momentos aparecen, o emergen, en zonas o especies en las que no son habituales». ¿Está la costa gallega y su producción bajo la amenaza de que alguna de esas toxinas? Los datos que se han recabado hasta el momento indican que, en Europa, «estamos teniendo toxinas emergentes pero en niveles muy por debajo no de los legales, sino de los recomendados por la Agencia de Seguridad alimentaria». Apenas trazas, por lo que Salgado pide «mucha tranquilidad y confianza en el programa de control».

Se preguntarán ustedes por qué, entonces, se destinan esfuerzos y recursos a las toxinas emergentes. La respuesta es sencilla: es una forma de anticiparse a los problemas. Conocer las toxinas emergentes permitirá, llegado el momento, «defender los intereses locales» de la manera más eficaz posible. «Si la UE quisiese legislar sobre una nueva toxina, nosotros tenemos que ser capaces de decir si es necesario hacerlo, si no es necesario, o hasta qué punto. Es una información que hay que tener», explicaban ayer, casi al unísono, Botana y Salgado.

Disponer de esa información, tenerla a punto, es imprescindible porque «una de las consecuencias del cambio climático es que, cuando se produce una alteración, se produce muy rápido», razona Botana. Por eso es fundamental tener unos reflejos excelentes. Y de eso va Alertox-Net. De hacer acopio de información y de datos para poder echar mano de ellos en cuanto hagan falta. De «estar a la vanguardia, preparados por si aparece un problema», concluye Covadonga Salgado.