Por si esto no fuera suficiente, el Tribunal Superior alude a la existencia de un informe en el que se recoge que los vecinos próximos al punto donde se produjo el siniestro afirman que es posible ver cruzar el asfalto a animales salvajes, «aunque no es algo cotidiano».
Tras incidir en que «no existe base alguna para considerar al conductor del automóvil corresponsable del accidente», el TSXG concluye que existió un funcionamiento anómalo de la Administración: «Revela la ausencia de advertencia del peligro de la presencia de animales sueltos en libertad en una carretera anexa a un espacio de caza en la que, además, ya habían tenido lugar atropellos de jabalíes y corzos en tiempos próximos, lo que entraña una cierta frecuencia, incumpliendo así los estándares mínimos de seguridad exigibles respecto a los usuarios de la vía».