El Mundial cocinó a Fisher y en el Teucro se sirvió su garra

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Las lesiones y la cita internacional dio la oportunidad definitiva al jugador argentino

20 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegó este año al club, pero no fue hasta la segunda vuelta cuando se ganó la confianza de Luis Montes y un hueco en el equipo al que ha sabido sacar rentabilidad convirtiéndose en uno de sus lanzadores más potentes. Su éxito se ha cocinado a fuego lento y no fue hasta el Mundial cuando se presentó como un rentable lanzador exterior. Guillermo Fisher jugó la prueba internacional con la selección argentina y a su regreso con el Teucro parecía otro jugador.

Más competitivo, con más potencia y agresividad se ganó la confianza de Luis Montes y de la afición. Junto a Davor Cutura y Sergio Pérez se han convertido en los máximos anotadores del equipo en los últimos partidos. Ante el Bidasoa Irún anotó diez de los 26 goles, con una efectividad del 76 %. «Me encuentro en un buen momento, tanto a nivel de convivencia como deportivamente, el Mundial fue el punto de inflexión para que el entrenador confiase en mí», explica Fisher, que reconoce que la experiencia fue determinante: «Jugué con leyendas del balonmano, los veía desde que era un niño y en el Mundial me vi ante ellos». La exigencia a la que se sometió en la prueba internacional hizo que a la vuelta estuviese al mayor nivel y destapase una cara oculta hasta ese momento.

La marcha de Dani Hernández y Natan Suárez le abrió la puerta a la regularidad y no la desperdició, aunque reconoce que le queda mucho que rodar en Asobal. «El paso de la liga argentina a la española fue un cambio muy grande, el salto al principio fue muy complicado, pero poco a poco me fui acoplando a Luis», subraya. La timidez inicial en la pista ha tornado en garra, especialmente desde la línea de nueve metros.

La penetración en defensa es una asignatura pendiente, al igual que la circulación del balón hasta los extremos. Las lesiones de jugadores fuertes como Juan Quintas, Andrés Moyano, José Rial y Fafa Cangiani ha dejado algunas inseguridades en la pista a la hora de explotar todas las opciones de juego. «Jugamos poco con los extremos porque tenemos jugadores de baja y los suplen otros que no tienen ese puesto, hay menos confianza, somos una primera línea de centralizar, a veces nos falta esa continuidad de balón», destaca Fisher, que reconoce que la falta de recambios los deja sin «combustible» demasiado pronto.

Su esfuerzo es rentable para el Teucro, pero el Guillermo Fisher reconoce que la falta de experiencia de la mayoría de la plantilla juega en contra en momentos decisivos. «A veces queremos resolver el encuentro en una sola jugada y eso lleva a acciones precipitadas», explica. Es, sin duda, uno de los mayores hándicaps del Teucro este año. Pese a todas las piedras que se ponen en el camino de Asobal, el jugador argentino de 23 años está satisfecho con su primera incursión en la liga española. Además de estar cómodo en la pista con sus compañeros también lo está con los más pequeños. Fisher se dedica a entrenar mañana y tarde, pero los martes y los jueves dirige a los benjamines y prebenjamines del club. Aunque le cuesta que se centren en el balonmano, Fisher asegura que «aprendo mucho de ellos». Solo tiene una pena, «no poder devolver al público todo lo que le dan con buenos resultados».