«Llegué de Marruecos hace años y nunca tuve que venir al comedor social hasta hace poco»

m.? h. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Una usuaria del comedor de San Francisco relata su experiencia tras perder los ingresos que obtenía de la venta ambulante

17 ene 2019 . Actualizado a las 08:00 h.

El primer turno en el comedor social de San Francisco, en Pontevedra, tardó ayer en llenarse. Eso, en teoría, invitaba al optimismo. Pero la educadora social enseguida advierte: «No te creas. A veces no se llena el primer turno porque es muy temprano pero luego viene todo el mundo en el segundo y tenemos muchísima gente». Una de las personas que tomó asiento en esa primera tanda de comidas es una mujer de origen marroquí. Lleva unos pendientes que recuerdan a su tierra natal y, pese a los numerosos años en Pontevedra, su acento es inconfundible. Como casi todos en el comedor, no quiere dar demasiadas explicaciones. Pero sí las justas: «Llegué de Marruecos hace años y nunca tuve que venir al comedor social hasta hace poco. Antes con la venta ambulante me iba bastante bien, podía ganarme la vida. Ahora vengo aquí todos los días y ellos me dan también algo de comida para poder llevar para mi casa», indica.

Se le nota resuelta a la hora de tomar asiento. Va directa a una mesa y saluda a los demás comensales. Mucho más tímida y perdida aparenta otra mujer, en este caso natural de un país sudamericano. Cuenta que vivió durante años en Pontevedra y que fue tirando hacia adelante porque cuidó durante mucho tiempo a una persona mayor. Cuando se le acabó el empleo volvió a su tierra. Allí tenía una hija y quería traerla con ella. Así lo hizo. Pero cuando hace unos meses volvió a la urbe del Lérez comprobó que las cosas no pintaban fáciles para conseguir empleo. Trabaja alguna hora suelta. Pero no las suficientes como para llegar a final de mes sin problemas. Así que empezó a acudir también al comedor social. Asimismo, solicitó que le aporten alimentos para llevar al hogar: «Si mejoran las cosas dejaré de venir», dice.

El último en hablar es un hombre de mediana edad, también inmigrante. Da una respuesta rápida mientras guarda cola para el comedor: «Si vienes aquí es porque tienes hambre, no digo más».