Ponen un árbol con tampones y se monta el belén

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

El polémico adorno lo colocaron alumnas del ciclo de igualdad de género en un CIFP de Pontevedra y el director lo retiró

20 dic 2018 . Actualizado a las 19:20 h.

El CIFP A Xunqueira de Pontevedra es pionero en Galicia porque en él se puede estudiar el ciclo de Promoción de Igualdade de Xénero. Lo cursan mujeres como Vicky, Sara, Marga, Mila, Ana o Rosa. Están ellas en segundo curso. Y están hartas. Dicen que, paradójicamente, en su centro les están cortando las alas a la hora de reivindicar la igualdad y la lacra de la violencia machista «con accións que van máis alá de poñer carteliños». La gota que colmó el vaso de su paciencia fue lo ocurrido con el árbol de Navidad. A saber: ellas, sin encomendarse a nadie y convencidas de que hay que ser transgresoras con las campañas, plantaron un árbol en el vestíbulo del instituto lleno de tampones manchados de rojo (no es sangre) y por estrella le pusieron unas compresas. «Y se armó el belén», como dicen ellas. El pino fue retirado.

El horno llevaba tiempo caldeándose en el instituto. Dicen las alumnas que todas sus acciones reivindicativas no acaban de ser vistas con buenos ojos. «Protestamos por muchas cosas. Si ponen un cartel donde indique que es la sala de profesores nosotros ponemos uno donde ponga que también es la de profesoras. Si ponen otro letrero indicando que los alumnos deben pagar las fotocopias nos negamos a pagar porque somos alumnas... Y eso molesta», indican. El día 25 de noviembre hicieron otra de sus reivindicaciones. Colgaron bragas con mensajes por todo el centro. Formaba parte de una actividad y no hubo problemas. Pero a las alumnas les molestó que, llegado el 26, «se recogiesen rápidamente las bragas y se metiesen en bolsas, como si molestasen, cuando por el centro están colgadas cosas de campañas de Samaín, cosas del año pasado...».

Y tras el 25 de noviembre llegó lo del árbol de los tampones. Dicen las alumnas que lo que buscaban era llamar la atención con el rojo del tampón y que el espectador se diese cuenta de que «a veces alarma más la sangre natural de la menstruación que las de los asesinatos de mujeres». Fue el propio director, Rafael Núñez, el que les dijo que cómo se les había ocurrido poner el adorno sin pedir permiso y las instó a solicitar autorización por escrito. Eso hicieron. Pero no sirvió de nada. Han pasado quince días desde entonces, las clases se terminaron ayer y el arbolito no pudo ser repuesto porque no hubo contestación del director.

Rafael Núñez, por su parte, insistió primero en que las alumnas lo engañaron, que le dijeron que la iniciativa del árbol la habían hecho con una profesora y que no era cierto -ellas, unánimemente, niegan esa versión y dicen que siempre asumieron la autoría-. Señala también que él lo retiró porque no habían pedido permiso para ponerlo y que lo que hizo cuando sí solicitaron esa autorización fue pedirle un informe al departamento al que pertenecen estas alumnas y que los profesores le dijesen o no si era pertinente tener el árbol en el vestíbulo. Según él, en ese informe se dice algo así como que el adorno puede llegar a parecer ofensivo y que dejan en sus manos si se autoriza o no. Él no llegó ni a autorizar ni a prohibir. Se limitó a no responder, en teoría, por falta de tiempo. «Me llegó el informe el 18 y ahora se acaban las clases y ya no es prudente decidir nada sobre eso», indicó ayer con contundencia.

El director insistió en que a él, particularmente, le dan igual los tampones. «Pero hubo profesores a los que sí les pareció molesto y me lo vinieron a decir. Entonces fue cuando miré quien había autorizado eso y vi que no tenían permiso de nadie y eso no lo consiento», dijo. Señaló también que cree que ese árbol, sin paneles explicativos, «no se entiende lo que significa y puede llevar a la gente a la confusión».