«Al principio no me dejaban ni conducir el coche ni regular el tráfico»

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARTINA MISER

En los inicios de su carrera tuvo mucho que demostrar. Ahora es una agente más en una plantilla con más mujeres

22 nov 2018 . Actualizado a las 23:49 h.

Ana Peña lleva casi treinta años como policía local en O Grove. Reconoce que sus inicios en la profesión no fueron fáciles, pues hubo que cambiar mentalidades. Pero no cree que la suya sea una situación diferente a la que vivieron muchas mujeres. Considera que a ellas les cuesta más que a ellos alcanzar sus metas. «Es como si tuviéramos que demostrar nuestra valía», afirma.

-¿Usted siempre quiso ser policía local?

-Entré en la policía en el verano del 89. Había estudiado un FP de Contabilidad en Vilalonga, y esta era una profesión que siempre me atrajo. Después, en el 2006, cuando ya estaba trabajando, hice el graduado de ciencias policiales y el de detective en Vigo. También tengo una licenciatura en criminalística por la Universidad de Vigo y soy experto en criminalidad viaria por la Academia Galega de Seguridade. Es que cuando yo empecé en esto no había todos estos estudios, que fui sacando después.

-¿Cómo vivió eso de ser la primera mujer en entrar en la Policía Local de O Grove?

-Le rompí los esquemas a más de uno. Era muy joven, era la primera mujer y entré, tras haber aprobado la oposición, con plaza propia. Las mujeres que había entonces solo eran auxiliares. No teníamos ni vestuarios ni baños para mujeres. Entonces estábamos en el Concello y hasta que nos trasladamos y reformaron las nuevas instalaciones no tuvimos un vestuario para chicas, que era como un túnel. Yo veía que había grandes diferencias en la forma de tratar a los hombres y a las mujeres por parte de los mandos. Pero me los fui ganando poco a poco. Tenía que demostrar el doble que los hombres.

-¿Eso le pasaba también con los vecinos?

-La gente me respetó siempre, ahí no tuve problema. Bueno, solo algunos comentarios como el de un señor que un día se me quedó mirando y dijo: «As mulleres traballando nun traballo de homes». Y yo le contesté: «Si estamos aquí es porque demostramos que somos mejores que muchos hombres».

-Vamos, que lo peor fue con sus mandos.

-Nadie decía nada, pero yo veía diferencias en el trato. Parecía que tenía que demostrar algo para que valoraran mi trabajo. Al principio, no me dejaban coger ni el coche, ni dirigir el tráfico. Me ponían en puntos fijos para que no aparcaran los coches. Poco a poco conseguí que me dejaran regular el tráfico, porque tenían miedo de que montara el lío. Pero después comprobaron que lo hacía bien y ya me mandaban ahí seguido. Tampoco me dejaban hacer informes, pero poco a poco me fui incorporando a la vida policial normal.

-¿Pasó mucho tiempo antes de que llegaran más mujeres a la policía grovense?

-Llevaba entre diez y doce años cuando llegaron mis compañeras. Pero ellas ya no vivieron lo que yo. Cuando yo llegué este era un trabajo de hombres y había que romper los esquemas y ganarse el respeto día a día. Pero pasó en todos lados.