La Feira Franca resiste a la canícula

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

El calorazo, que quizás rebajó el público matutino, acompañó en otra jornada histórica en Pontevedra con la ciudad completamente rendida a la fiesta con sabor medieval

01 sep 2018 . Actualizado a las 22:17 h.

A la Feira Franca le tocó lidiar con casi 37 grados de temperatura. El calorazo, que quizás rebajó un poco la asistencia de público por la mañana, no evitó que volviese a vivirse una jornada histórica. El ambiente fue enorme desde primera hora. A Ferrería, pese al calor, se llenaba de nobles y campesinos deseosos de redescubrir, un año más, los oficios tradicionales. Allí estaban los cesteros, el ferreiro o el hombre de los cueros, haciendo su labor con el sudor en la frente. Al mediodía, el público buscaba ya refugio para asegurarse un sitio a la sombra desde el que divisar la recreación del carretaje de vino. Ni las vacas resistían la canícula, perezosas a avanzar con los toneles a cuestas.

Al mediodía, pese a la temperatura, Pontevedra volvió a demostrar que es más gallega que la bandera y más festeira que una gaita: en las mesas había raciones para darse banquetes pantagruélicos. Desde callos a vaca al espeto pasando por churrasco, criollos, paellas de mariscos o cachuchas de cerdo cocidas. 

Ya por la tarde, señores y criados, mesoneros y guerreros miraban al cielo y suplicaban que el calor bajase y poder disfrutar así de los torneos medievales en el coso. Poca tregua dio el mercurio. Pero al menos al anochecer corría el fresco