Julio, el indigente, y la solidaridad para que pueda ver el Mundial

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

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El hombre que dormía en la calle junto al Provincial sigue en el hospital y los vecinos le pagan tele y prensa

14 jun 2018 . Actualizado a las 13:08 h.

Quien conocía a Julio Montes, el hombre que durante años durmió en la calle Loureiro Crespo, junto al Provincial, sabía bien que podía pasar sin comer, sin colchón -no tocó una cama en años- pero le costaba estar sin la prensa. Leía, sobre todo, periódicos viejos y de Alemania, la tierra que le acogió siendo adolescente. Si le daban para un café, se iba al bar y leía también la prensa nacional. De ahí que su conversación siempre fuese de rabiosa actualidad. Ahora Julio lleva casi un mes en el hospital, al que llegó bastante mal, tras haberse sentido muerto en la calle, como él mismo contaba. Y a este hombre de espalda hecha al suelo, amante de buenas conversaciones y del fútbol, le gusta mirar los partidos y ver qué dicen luego los periódicos de ellos mientras ve pasar los días desde la cama hospitalaria. Por suerte, hay quien le ha ayudado para que se mantenga entretenido en estos días de enfermedad y habitación.

Vecinas que le conocía y que le apreciaban, que de cuando en vez van hasta el hospital a verle, se pusieron de acuerdo para pagarle la televisión mientras dure el Mundial. Julio tiene ya los partidos asegurados. Al menos mientras siga ingresado. También le llevan prensa en cada una de las visitas. Y prevén comprarle unos cascos para que pueda escuchar a gusto a los comentaristas sin molestar a nadie.

Muy agradecido

Él, por lo que contaba una vecina que ayer le fue a ver, está sorprendido de las muestras solidarias y agradecido a todas aquellas personas que se molestan en preguntar por ese hombre que se convirtió en parte de la calle Loureiro Crespo con sus macutos, su sucio saco de dormir y su barba melenuda y característica.

Parece que es pronto todavía para saber qué va a ocurrir con Julio cuando pueda abandonar el hospital. Él contaba a este periódico recientemente que quizás fuese hora de dejar la calle. Ayer, una vecina que le vio, hablaba de la posibilidad de una residencia. Pase lo que pase, Julio debe tener claro a estas alturas que no falta quien le aprecie.