Cuando el sacrificio es capaz de enganchar

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

PONTEVEDRA

XOAN CARLOS GIL

En Chapela llevan 30 años comprobando cómo uno de los deportes más duros cautiva a quienes lo prueban

11 jun 2018 . Actualizado a las 12:36 h.

Marco Antonio Castelao lleva toda la vida ligado al remo. Desde que en su colegio en Redondela fueron a hacer unas pruebas, quedó entre los mejores y le propusieron unirse, ya nunca se ha desvinculado de la disciplina. Aquel primer club en el que se inició fue el Chapela, donde hoy entrena a la trainera masculina de categoría absoluta y actúa como coordinador de una entidad que ronda el centenar de licencias. Entre medias ha pasado por otros clubes como Meira, Mecos o Coruxo, donde ha acumulado otras experiencias como deportista y técnico.

Ahora, como responsable deportivo principal del Chapela, tiene muy clara la filosofía que debe primar en el remo. «Lo esencial es que los chavales disfruten. Mi principal herramienta para que un grupo funcione es que haya buen rollo, sabiendo que hay momentos en que hay que ponerse serios y trabajar», dice. Lo ha aplicado durante su trayectoria a los más pequeños, con los que la prioridad es también que estén en contacto con la naturaleza, socialicen y adquieran hábitos saludables, pero del mismo modo con los adultos. «No quiero que alguien que viene de trabajar diez horas en un astillero venga aquí por obligación, a fichar. Quiero que le sirva para desconectar, que lo pase bien», desgrana.

Castelao también ve un componente de «labor social entre comillas» en el remo. «Queremos que los chavales hagan deporte, sacarlos de la calle, que vengan a formarse como deportistas y como personas e inculcarles los valores del deporte», profundiza. Por eso hasta las categorías adultas los resultados son algo prácticamente secundario. «No nos ponemos exigentes a nivel físico ni técnico hasta juveniles porque la prioridad es otra», insiste.

No niega que es un deporte sacrificado. Mucho. «Gente de otros deportes nos dice que somos una secta, porque si en fútbol entrenan dos días y compiten otro, nosotros entrenamos seis y algunos equipos, incluso siete», revela. El remo engancha, dice, y él lo ha vivido en primera persona. «Es un estilo de vida. Quien rema lo hace básicamente porque le gusta. Trabajamos como deportistas de élite con el factor económico como principal diferencia. El esfuerzo es el mismo siendo para nosotros un hobby», reflexiona.

Además, es un esfuerzo colectivo, donde el trabajo de uno solo no vale de nada si no es complementado con el del resto, dice Castelao. «Aquí por muy bueno que sea un remero física o técnicamente, no va a destacar él solo. El nivel lo va a marcar siempre el eslabón más débil, el chaval que más margen de mejora tenga define el rendimiento del equipo». Si se fija en el uno a uno, es importante «una buena relación peso-potencia, que sean altos y delgaditos, completos a nivel muscular, hábiles para manejar el remo», pero recordando siempre que tener un barco compensando es lo que va a marcar el resultado que pueda llegar a dar.

En ese sentido, en Chapela tienen un planteamiento diferente en cuanto a la preparación física, con un especialista específico para estas cuestiones. «Es un licenciado en INEF que está en contacto conmigo, me pasa el plan y lo distribuyo a los diferentes equipos», comenta. Añade que no es lo habitual, pero que a ellos les está dando un buen resultado. «Justamente porque es un deporte duro y sacrificado, es importante que un profesional supervise los entrenamientos para que sean llevaderos y asumibles. No es ninguna tontería ese control», reivindica.

Como en todo deporte, también el factor psicológico es muy importante. Y ahí el papel del técnico puede ser determinante, considera Castelao, que incide en la importancia de tratar a cada uno según sus características. «Tienes que saber trabajar de manera diferente con cada remero, ir conociéndoles y ver que igual a uno debes evitar corregirlo continuamente mientras que a otro a base de machacarlo es la mejor manera para motivarle», compara.

En el club tienen ahora mismo equipo masculino y femenino de todas las categorías, y celebra la conquista de que vaya a haber competición alevín, porque antes entrenaban sin poder ponerse a prueba. «Empiezan a los once años y esto es como leer, cuanto antes mejor porque los niños son más permeables a lo que les enseñas y más manejables. Luego cuesta más», señala.