A finales del pasado año, trascendía que los bienes que el edificio del antiguo sanatorio Marescot aún atesora se había convertido en un codiciado botín para los amigos de lo ajeno. Por entonces, un ciudadano portugués de 55 años se convertía en uno de los primeros condenados por, supuestamente, intentar robar en el interior de este inmueble.
Sin embargo, los siete meses de prisión que le impuso un juez de lo Penal acaban de quedar en nada después de que la Audiencia Provincial haya revocado la sentencia y, por lo tanto, decretado la absolución del acusado. La condena se sustentó, en gran medida, en una huella dactilar que fue aislada «en la campana de cristal que evidencia que estuvo en contacto con ella y que, además, la tocó en el interior del edificio».
A este respecto, los magistrados reseñan que en la resolución no se precisa «porqué se estima que tocó el acusado la campana en el interior del edificio, puesto que nada se explicita en cuanto a la situación concreta de la botella, ni al estado de la estancia en la que se encontró ni al momento en que se tomaron las huellas y a si estas eran o no recientes, excluyendo así cuestiones como el tiempo que transcurre hasta que se toman la huella». En definitiva, la Audiencia concluye que tal prueba «no resuelta suficiente por sí misma para fundamentar la condena».