Sin agua en una aldea de Barro por las obras del tren que hace ocho años secaron sus pozos

María Hermida
MARÍA HERMIDA BARRO / LA VOZ

PONTEVEDRA

María Hermida

La enésima avería en el depósito que suplió a sus acometidas, en el lugar de San Amaro, les dejó esta vez veinte días sin suministro

24 may 2018 . Actualizado a las 05:05 h.

San Amaro, en Barro, no es una aldea cualquiera; es un sitio coqueto que, por obra y gracia del Camino Portugués, que atraviesa el pueblo, tiene una fabulosa mezcla de sitio enxebre y cosmopolita a la vez. Así, ayer a media mañana, en San Amaro lo mismo se podía dar los buenos días a una mujer de mandilón de cuadros, sacho en mano y retranca gallega en la boca, que a un japonés que hacía un alto en la ruta jacobea para tomar un pincho de tortilla en el Don Pulpo. Paradójicamente, los vecinos de este lugar lleno de vida y entrañable se sienten «catro pelagatos nunha aldea que non pinta nada».

¿Por qué creen semejante cosa? Porque trece familias de la aldea tienen un problema serio con el abastecimiento de agua y nadie parece dispuesto a hacer nada por ellas -el Concello las apoya al 100 %, pero no fue el causante del mal y tampoco parece razonable que sea quien lo solvente-. El día 3 de mayo algunas casas se quedaron sin agua corriente. Se abastecen con mangueras o capachos de los pozos privados que algunos vecinos les dejan. «Racionamos ata as duchas», decían con amargura ayer.

Reunidos en medio de la aldea, los vecinos afectados cuentan la historia desde el principio. Habla Montse Ribadulla, que tiene cinco hijos y en los últimos días no le quedó más remedio que llevar a alguno de los chiquillos a ducharse a casa de un vecino o ir hasta Vilagarcía a lavar la ropa en casa de su madre. Montse explica que todo empezó hace unos ocho años, cuando se construyó en San Amaro un túnel para las obras del tren, del Eixo Atlántico. «Aquí cada veciño tiña o seu pozo, ou incluso varios, e cando fixeron as obras quedaron arrasados, inservibles. Pedimos que nos fixesen outros, pero dixéronnos que naquel momento, como estaban co túnel, non era posible. E que nos facían un depósito, que xa necesitaban telo para darlle servizo ao túnel. Dixeron que sería unha cousa temporal... pero aí quedou e listo».

Problemas de forma continua

Sin pozos y con un depósito dándoles servicio, los problemas empezaron pronto.

«Non hai ninguén que faga mantemento, así que cada vez que se produce unha avaría ou calquera outra cousa é tremendo»

, indicaban. Una sensación se fue instalando en la aldea, como bien recordaba ayer una vecina llamada Carmen: «

O caso é que marcharon, fixeron a súa obra e a nós deixáronnos colgados»

. Como el depósito nunca dejó de generar problemas y gastos -calculan que solo en luz debe consumir varios cientos de euros al mes- un día, hace ya años, Adif le indicó al Concello que tenía que hacerse cargo de esta infraestructura. Pero el Ayuntamiento, que ni la puso en marcha ni firmó nada al respecto de su existencia, se negó en redondo. «

Non podemos asumir ese custo, é algo que lle corresponde a Adif. Estamos totalmente cos veciños, pero son eles os que teñen que facerse responsables»,

indica el alcalde.

El caso es que, a fuerza de protestar, los vecinos fueron consiguiendo que Adif siga corriendo con los gastos del depósito. Pero las cosas no van bien. A cada paso hay averías y ya estuvieron en muchas ocasiones sin agua. La última, nunca mejor dicho, fue la gota que colmó el vaso de la paciencia vecinal. El día 3 de este mes rompió una bomba, avisaron a Adif y, en un principio, les dijeron que no iba a repararla, que no podían asumir esa derrama. Los vecinos no daban crédito, sobre todo porque a los pocos días algunas casas empezaron a quedarse sin agua. Se impusieron entonces las duchas por parroquias, con agua de capachos o procedente de una manguera puesta en un pozo vecinal.

Al final, después de insistir, desde Adif -este periódico intentó sin éxito obtener ayer su versión- les dijeron que la repararían. Ayer estaban los fontaneros en ello y a última hora de la tarde volvían a tener agua de manera provisional. Pero entonces tuvieron otra desagradable sorpresa. Montse accedió al depósito junto con los técnicos y descubrió que está en condiciones insalubres. «Case vomito, non me podo crer que estiveramos bebendo esa auga. Ao non facer ninguén mantemento, está todo moi sucio», indicaba.

Así que se les ha agotado la paciencia. No quieren saber nada del depósito. Reclaman los pozos prometidos y avisan de que van a patalear. «Seremos catro pelagatos, pero polo menos que nos escoiten berrar», dijo un vecino que ya peina canas.