Unidos en la lucha y el atletismo

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

XOAN CARLOS GIL

Juan González donó hace casi seis meses un riñón a su hijo para salvarle la vida. Su testimonio abrirá la Pontevedrada 2018, la marcha solidaria a pie hasta Compostela

11 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan González participó en la Pontevedrada 2017 con Elvira y María, dos amigas de Nigrán. Él siempre había tenido una especial sensibilidad hacia la donación. A los 2 años a su hijo Juan le diagnosticaron anemia de Fanconi, una enfermedad rara, y estuvo nueve años esperando por un trasplante de médula. Llegó en el 2011 procedente de Hawái. «Un donante anónimo que vivía en la otra punta del mundo le dio la vida a mi hijo y a nosotros también», relata.

Aquella Pontevedrada de abril del 2017 no la acabó, pero eso es lo de menos. «Le dije a Elvira que estaba loca, que era un reto imposible, pero cómo no iba a estar yo. Recuerdo que hizo una noche de perros y que entre Caldas y Valga a María le dio un tirón. Y ahí decidimos retirarnos los tres. Cogimos un taxi y llegamos a casa a las tres de la mañana».

Cinco meses después de la marcha solidaria para fomentar la donación de órganos, Juan daba en Madrid un riñón a Juan júnior para que su calidad de vida mejorara. La insuficiencia renal que arrastraba estaba consumiendo al chico, que llegó a necesitar dos transfusiones de sangre y plaquetas a la semana. La operación fue el 20 de septiembre y casi seis meses después los dos se preparan para disputar juntos la que será su primera carrera. La cita, el 18 de marzo en O Porriño. Juan hará diez kilómetros y su vástago, cinco.

El atletismo es muy importante en sus vidas. «Yo me hice atleta, bueno, mejor dicho, un runner del montón, por él», cuenta Juan padre. Hace unos días estuvieron en Birmingham disfrutando del campeonato del mundo de atletismo en pista cubierta.

Al inscribirse en la Pontevedrada 2018, que saldrá de la plaza de A Ferrería el 28 de abril, Juan contó a la organización que esta marcha tenía un significado especial para él. Para los impulsores de la andaina nocturna el testimonio de Juan representa como ninguno la importancia de la donación, especialmente en vida. Aunque está acostumbrado a hablar en público, no descarta que se vaya a emocionar. A su hijo Juan, que tiene 16 años, no le gusta hablar de su enfermedad. «En principio hablaré yo solo, a no ser que a última hora le apetezca acompañarme».

Lo que quiere transmitir es que merece la pena hacerse donante de órganos y tejidos. «Si ayudar a vivir a una persona desconocida es maravilloso, imagínate si es alguien cercano. Así que hay que apoyar este tipo de iniciativas, si de mil personas que van conseguimos cien potenciales donantes ya habremos logrado mucho». Eso sí, quiere dejar claro que dar un riñón y más a un hijo no es nada extraordinario: «No soy más valiente que cualquier madre que da a luz. Yo no sufrí, tenía una motivación grande y el que sufría es tu hijo». Admite que los tres días siguientes a la operación «no son divertidos», pero a sus 55 años no nota nada. Juan fue 17 años director de la Fundación Érguete y es alcalde de Nigrán. Pero eso en esta historia también es secundario.