Aprender matemáticas con la lista de la compra

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso O GROVE / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARUXA ALFONSO

Alumnos grovenses de 11 años estudian el currículo mediante un proyecto en el que diseñan su restaurante

16 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En las clases de sexto del colegio Valle-Inclán, las lecciones de lengua se aprenden escribiendo recetas de cocina y, las de matemáticas, calculando la lista de la compra. Porque desde el principio de curso, estos estudiantes se han marcado un reto en base al cual están recibiendo todos los contenidos que figuran en su currículo escolar. Tienen que montar su propio restaurante. Cuentan, para ello, con la inestimable ayuda del chef grovense, Javi Olleros, que de vez en cuando les da algunos consejos. Pero son ellos los que realizan todo el trabajo, desde elegir el nombre y el logotipo, hasta diseñar el propio local siguiendo, para ello, la normativa que la Xunta aplica a estos establecimientos. Son los responsables incluso de la carta de comidas. Y de aprender cómo se elaboran todos y cada uno de sus platos. Porque en estos futuros negocios no falta detalle.

«Estaban todos enganchados a Masterchef Junior, pasaban todo el día hablando de ello», explica Jacobo Aragunde, profesor de la clase de sexto B. De ahí salió la idea. Llevarla a la práctica fue más complicado. Porque otro de los objetivos de este proyecto es que los estudiantes aprendan a trabajar en cooperativa. Están organizados en grupos, «cada uno tiene un papel dentro del grupo. Está el coordinador, el portavoz, el supervisor y el secretario», añade el maestro. Y hay más, porque tienen una serie de normas, como que siempre hay que ayudar al de al lado. «Primero intentan hacer el trabajo individualmente, después piden ayuda al grupo y, si aún así no son capaces, recurren a mí, pero yo soy solo un guía», añade Aragunde. Entre este nuevo sistema y el proyecto de montar el restaurante «se intenta que los niños estén más motivados. Y la verdad es que trabajan mucho mejor», afirma.

Así nos los encontramos. Repartidos en grupos e inmersos en el trabajo del día. El proyecto comenzó con la elección del nombre y el logo del restaurante. De ahí nacieron Os 5 misterios, Steam Boat, Aquamar e International Food. La elección del nombre no fue casual. Está relacionada con el tipo de local que quieren montar. «Como estamos al lado del mar, elegimos Aquamar», cuenta uno de los estudiantes. Y en su carta solo figuran productos del mar, como los pinchitos de camarones o las mini paellas. Así que mientras unos ultiman el diseño de su carta, otros redactan las recetas que figurarán en la misma. Y otros calculan, en diferentes medidas, las cantidades que tendrán que utilizar para elaborar los platos. «Dentro de una semana tendrán que poner los precios», explica Aragunde. Eso implica que han tenido que ir al supermercado, «buscar los precios, ver las cantidades que van a utilizar, calcular lo que vale el plato y el beneficio que obtendrán», añade el profesor. En todo este proceso, cuentan con la inestimable ayuda de Javi Olleros, cuyo restaurante visitaron hace unas semanas. «Allí les llamó mucho la atención que había un montón de cronómetros y preguntaron por ellos. Les dijeron que el tiempo era muy importante en la cocina, así que también hacemos problemas que tienen que ver con el tiempo», explica Aragunde.

Diseño por ordenador

Estos futuros restauradores no solo tienen como misión poner en marcha un restaurante, sino también diseñarlo. Han cogido la normativa de la Xunta al respecto y un programa de diseño por ordenador. Con esas dos herramientas han construido el local en el que ubicarán su negocio. «En el DOG aparecen las características que tiene que tener un restaurante, como los metros cuadrados que tienen los baños, y después ellos lo diseñan en tres dimensiones», asegura el maestro. Precisamente moviendo paredes y colocando sillas encontramos al cuarto de los grupos.

Todavía aprenden más cosas. Porque, como todo buen restaurante de tres tenedores que se precie, la carta debe estar en inglés, así que también esta materia entra en el proyecto. «Es multidisciplinar. Las matemáticas las estudian resolviendo problemas con cuestiones de cocina, la caligrafía y las faltas de ortografía las corrigen escribiendo las recetas y tecnología, diseñando el restaurante por ordenador», concluye este maestro. Lo mejor de todo es que, de paso que aprenden un montón, los chavales se lo pasan en grande.