La investigación-trampa en la que cayeron los topos de la Guardia Civil

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Los mandos del Equipo contra el Crimen Organizado orquestaron un operativo policial ficticio en el 2013

25 ene 2018 . Actualizado a las 17:00 h.

Las primeras informaciones que llegaron al Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) de la Guardia Civil relacionadas con un posible topo que estuviera pasando información a clanes de la droga fueron recibidas en Pontevedra con cierta incredulidad. Sin embargo, una sucesión de episodios muy concretos, entre ellos, el protagonizado por una fuente que les dio cuenta del contenido de un informe interno y no judicializado sobre una vigilancia en el puerto de Vigo, y el hecho de que las personas investigadas en buena parte de los operativos abiertos por esta unidad cambiaran de la noche a la mañana su forma de actuar les confirmó la certeza de una filtración interna.

Así lo relató ayer en la Audiencia de Pontevedra el teniente que estaba al frente del ECO. Para descubrir al traidor, este mando y un sargento idearon una investigación ficticia para «comprobar la trazabilidad de la información» que, bautizada como Aluminio, estaba centrada sobre la persona de Juan Carlos S. N. Este último, que tiene «vinculación con el tráfico de drogas y ha estado investigado en multitud de ocasiones», acompaña estos días a los guardias civiles en el banquillo de los acusados.

El teniente añadió que fue el 30 de mayo del 2013 cuando las sospechas se dirigieron directamente hacia la persona de Javier L. S., por aquel entonces integrante de esta unidad y en la actualidad destinado a un acuartelamiento cántabro. Aquella mañana, como tenían por costumbre, los integrantes de la unidad pontevedresa bajaron a la cafetería de la Comandancia, mientras el acusado realizaba labores de escucha y transcripción telefónica. Fue entonces cuando dos agentes, al regresar a las oficinas, observaron a Javier en el ordenador de uno de ellos con un pendrive.

«Su actitud les llamó la atención», precisó el mando, quien sostuvo que estuvo «consultando diligencias e informes que no tenían lógica alguna».

De este modo, puesta en marcha la operación Aluminio cuando Javier estaba de baja, este se personó un día en las oficinas del ECO con la excusa de una revisión médica. Minutos después era detenido con una memoria usb en la que estaban descargados todos los documentos relativos a esta ficción policial.

Acto seguido, se sucedieron los arrestos de Diego F. C. y de Juan Carlos S. N. Si en un ordenador del primero se localizaron más de dos mil documentos vinculados al ECO, en otro propiedad del segundo se encontraron medio millar. La Fiscalía tiene claro que de todos estos documentos se apoderó Javier aprovechándose de la confianza que depositaban en él sus compañeros en la Guardia Civil de Pontevedra. «No hay margen de duda», acotó el oficial del instituto armado.

Si Javier aseguró el martes que se había llevado estos documentos para trabajar desde casa y ponerse al día en las investigaciones, ayer su superior señaló que tal conducta «no es normal, ni habitual, no es lógico». De hecho, mantuvo que «nadie puede tener esa información sin una finalidad que no sea ilícita».

Insistió, además, en que debido al volumen de información extraída del servidor central de la unidad, esto se tuvo que realizar en diversas sesiones. En este sentido, aseguró que un pendrive no tendría capacidad suficiente, mientras que el volcado de datos a un disco duro externo llevaría varias horas.

Por otro lado, al margen de que los documentos filtrados a los clanes de la droga de Pontevedra propiciaron que varias investigaciones contra el narcotráfico fracasaran, tal fuga de información «puso en peligro a personas», algunas de las cuales ya no eran confidentes policiales pese a que aparecían reflejadas así en el listado de fuentes. Además, también, se difundieron medios técnicos que emplea el ECO en sus investigaciones y que se consideran «secretos».