Un caos absoluto donde ciclistas y peatones se la juegan

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

cedida

Al intenso tráfico de la vía nacional se suman unas señales confusas y la falta de lugares habilitados para que crucen las personas

13 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Confusión, desorden. Esa es una de las definiciones que da el diccionario de la palabra caos. Y eso es lo que uno se encuentra en el tramo de la carretera N-550 que arranca en el nudo de O Pino y que va hasta Vilaboa, concretamente hasta la entrada de la autopista AP-9. Para resumirlo rápido, la cosa sería así: el tráfico, se mire a la hora a la que se mire, es endiablado, las señales son confusas y la velocidad a la que se puede ir, aparentemente, no es muy acorde con rectas y curvas pobladas de casas y salpicadas de peatones a cada paso. De ahí que sea habitual que el colectivo Pedaladas ponga el acento a cada paso en la peligrosidad de este tramo, máxime cuando recientemente un bombero que iba en bicicleta resultó gravemente herido tras ser atropellado en este asfalto. Pedaladas consiguió que todos los partidos firmasen un acuerdo para pedirle a Fomento que ponga fin a este despropósito. Recorriendo la zona, queda claro que el ministerio debería darse prisa en hacerlo.CHEQUEOO

Empezamos en el nudo de O Pino. A los pocos metros hay un cartel que deja claro el asunto: «Tramo de concentración de accidentes», indica. Así que hay que ir con mil ojos. En ese punto la velocidad está marcada a 50. Y uno entiende que así sea porque la zona está plagada de casas y peatones. Un vecino que camina por el arcén, deseando llegar al tramo en el que hay acercas, señala: «Isto é unha tolemia de coches, cada vez máis».

A 80 por hora entre peatones

Tras la zona de 50, llega el despropósito mayor. Aunque sigue habiendo casas, concesionarios de coches y peatones por doquier, se puede aumentar la velocidad hasta 60, 70 u 80 -dependiendo el tramo- sin saltar las normas de circulación. Hay una ensalada de señales, entre las que hablan de los accidentes y las que limitan la velocidad. Podría decirse que es una vía superpoblada de indicativos en la que, sin embargo, reina la confusión. En las zonas donde se puede ir a 80, cada poco tiempo, se divisan peatones que se juegan el tipo para intentar atravesar la calzada. Cruzan a la carrera y en medio de todo el zafarrancho de vehículos. Por supuesto, no existen los pasos de peatones. Sí hay, más adelante, un puente elevado de color verde. Pero no parece que se use mucho, entre otras cosas, porque para muchos resulta ridículo buscar un sitio seguro para cruzar y luego jugarse el tipo igualmente yendo por el arcén, en los sitios que lo hay, y directamente por la carretera en otros puntos, para poder llegar al destino de cada uno.

Ya en terrenos de Vilaboa, actualmente toda la zona está con señalización horizontal amarilla y letreros alertando obras. Ahí hay unos metros, donde está el doble carril para adelantar, que traen por la calle de la amargura a los ciclistas, ya que resulta muy peligroso atravesarlos. Cuando se llega a la entrada de la AP-9 se han recorrido poco más de cinco kilómetros. Pero da la sensación de que fueron 25.