El marisqueo a pie logra recuperar las cifras de empleo del 2009

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Las cofradías de la ría darán trabajo este año a 438 personas, 20 más que en el 2017

02 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El buen momento económico y ambiental del marisqueo a pie en la ría de Pontevedra, después de dos décadas de declive, permitirá que en el 2018 se recuperen las cifras de empleo de hace nueve años. La noticia se confirmó con la publicación de los planes de explotación aprobados por la Consellería do Mar. La Administración autonómica ha dado su visto bueno a la incorporación de veinte trabajadores nuevos, todos en la cofradía de Lourizán. Los pósitos del fondo de la ría empezarán el año con 418 mariscadores a pie, y lo rematarán con 438, sin contar los ingresos por jubilaciones y bajas de larga duración.

En esta decisión ha sido clave la reapertura de la mitad del banco de Os Praceres el pasado agosto. El acceso a una superficie que dobla el ámbito marisquero más grande de la ría permite justificar la entrada de nuevos carnés. Es precisamente por este motivo por el que estos veinte puestos de trabajo se crearán solo en la cofradía de Lourizán, que es la titular de Os Praceres. En San Telmo y en Raxó, como no ha variado el espacio destinado al marisqueo, no se ha podido incluir ninguna autorización laboral a mayores.

El marisqueo a pie en la ría de Pontevedra se limita a los tres pósitos citados, que trabajan en Os Praceres, O Ameixal y Combarro como principales focos productivos. Hay que señalar que la evolución del sector se percibe no solo en el volumen de trabajadores en las playas. Hay otros factores que están cambiando la composición de las cofradías.

Tradicionalmente este sector ha estado compuesto de forma exclusiva por hombres en las agrupaciones de a flote, y así se mantiene. Por el contrario, el marisqueo a pie era un ámbito donde el trabajo que se ofrecía era principalmente desempeñado por mujeres. Había hombres, pero pocos y su número era imperceptible comparado con el grueso de este colectivo.

Todo lo cambió la crisis económica del 2007. El estallido de la burbuja inmobiliaria dejó a miles de personas sin trabajo. En ese año y los siguientes, el mar, del que habían escapado muchos, volvió a convertirse en el refugio laboral, la puerta a la que llamar para encontrar un empleo. El problema es que el sector pesquero había sufrido su propia reconversión previa, mucho más traumática que la del ladrillo. No había barcos suficientes para tantas personas interesadas en embarcarse. El marisqueo, entonces, se convirtió en una opción.

El sistema de entrada en las cofradías, sea por la vía de nuevos carnés o por la de suplir jubilaciones y bajas, está regulado y supervisado directamente desde hace unos años por la Consellería do Mar. El porcentaje de mujeres en lista de espera no bajó, pero el número de hombres que se apuntó creció de forma tan exponencial, que en las sucesivas convocatorias fueron entrando más y más. De esta forma, ahora es mucho más habitual ver hombres y mujeres trabajando codo con codo en las playas del fondo de la ría.

Otro problema que causó la crisis fue el colapso de los precios de la almeja, el principal producto de la lonja de Campelo. La recuperación económica de los últimos dos años ha permitido una mejor cotización, que ha sido sostenida a lo largo de todo el ejercicio del 2017 y que se espera que siga siéndolo en el 2018. El año que se acabó también fue inusual por otro motivo: no hubo mareas rojas y eso permitió una mayor estabilidad laboral.