Agua que desaparece y rutas que son solo piedra

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARTINA MISER

El Armenteira, el Chanca, el San Martiño y hasta el Umia pierden caudal por la sequía

05 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un sonido muy característico en buena parte de las rutas de senderismo que cruzan la comarca de O Salnés. Un ruido que ayuda al caminante a relajarse y que le recuerda que está en plena naturaleza, lejos de otros espectros sonoros que contribuyen a elevar nuestro nivel de estrés. Pero ese sonido tan característico ya no se escucha con la fuerza habitual en paseos tan famosos como la Ruta da Pedra e a Auga. Porque el agua, la responsable de esa relajante música que nos acompaña en nuestro paseo, ya no está casi presente. La sequía es la responsable de que la mayoría de nuestros ríos no canten su tradicional canción. Y aunque en los últimos días las lluvias han regresado a estas tierras, todavía queda mucho para que ríos, regatos y manantiales recuperen la fuerza y el caudal que solían tener siempre en esta época del año.

Por fortuna, la ausencia de precipitaciones no parece estar dañando el paisaje tan característicos de estas rutas de senderismo. Los árboles siguen conservando su vestiduras de color verde brillante y ni siquiera en la vegetación se aprecian demasiados colores marrones, propios de la falta de agua. Pero en la Ruta da Pedra e a Auga, bañada por el río Armenteira, hay una ausencia significativa, la del agua. El cauce del río está bajo mínimos. En muchos tramos han desaparecido las pequeñas cascadas, para dejar a la vista piedras y más piedras que antaño eran bañadas por el caudal, que además dejaba a su paso su relajante melodía. No hay tampoco profundidad, pues el lecho del río se puede ver a solo unos centímetros de distancia.

La estampa se repite en otro río del municipio de Meis, el San Martiño. A su vera transcurre otro de los paseos más hermosos de la comarca, aunque no es tan famoso como el de Armenteira. Y aquí la situación se repite. Los árboles son de color verde, pero el agua se queda en pequeñas balsas, estancada. Porque aquí baja sin las ganas suficientes para superar las pequeñas piedras desde las que, en tiempos de abundancia, saltaba con alegría. No hay tampoco música, porque el río ya no corre.

Vegetación tupida

Cambiemos de municipio. Meaño es otra de las localidades arousanas que atesora una de esas sendas que transcurren a orillas de un cauce, en este caso, el del río Chanca. La imagen es la misma. Si el pasado invierno el agua transcurría sin problema entre los numerosos molinos que forman este entorno, en esta ocasión está casi desaparecida. Tampoco aquí hay pequeñas cascadas o sonidos que nos recuerden su constante presencia. De nuevo, el lecho del río se ve perfectamente y en sus márgenes crece una vegetación muy tupida. Porque el agua no tiene la fuerza suficiente para llevársela por delante. La deja crecer en su orilla sin problema, sin quejarse.

Nuestro recorrido concluye en el Umia, el río que abastece de agua a buena parte de la comarca de O Salnés. Y la situación es igual de triste. La vegetación crece también con fuerza en sus orillas. A mayores, en el agua se adivina la presencia de la cianobacteria que con su característicos color verde tiñe buena parte del paisaje. Una prueba irrefutable de que no hay corriente, de que el río está parado.