Marcos Dasilva estaba trabajando en el bar que regenta cuando, el domingo por la noche, le avisaron de que la casa de sus padres estaba cercada por el fuego con ellos dentro. Dice que cuando llegó al hogar, en Parada (Ponte Caldelas) la escena era ya dantesca. Habían ardido tres tractores -además de ser hostelero trabaja cortando leña-, un vehículo, una furgoneta y el fuego apenas le dejaba llegar hasta el inmueble. Dice que sufrió horrores para sacar a sus padres: «Non viamos nada co lume, non sabía para onde coller. E meu pai está enfermo, foi terrible. Isto non o fai nin o peor terrorista», decía. Mientras revisaba los tractores que ya no sirven para nada, convertidos en esqueletos de ceniza e hierros retorcidos, sentenciaba: «Eu arruineime de todo, o único bo foi poder salvar aos meus pais».