«Se non escapamos correndo cos nenos, morremos todos calcinados»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

María Hermida

Ella, su pareja y sus tres hijos pasaron la noche en la casa de cultura y ahora esperan a que el Concello los realoje

17 oct 2017 . Actualizado a las 15:59 h.

Helena Buch, con un hijo de siete meses pegado a su pecho, dormido en una mochila portabebés, otro correteando a su alrededor y un tercero dormido en el regazo del padre contaba ayer, con muchos nervios pero también con contundencia, lo que su familia vivió en las últimas 24 horas. Residen ellos o, mejor dicho, residían en la aldea de A Insua, en Ponte Caldelas. Su hogar se dividía entre una entrañable vivienda de madera y un antiguo autobús, un Barreiros del año 1939, reconvertido en hogar. Y se rodeaba de verde por los cuatro costados. Hasta el domingo, que la naturaleza se convirtió en pesadilla. Y ellos tuvieron que escapar de la ratonera en la que se había convertido su casa. Su relato empieza así: «Se non escapamos correndo cos nenos, morremos todos calcinados».

Cuenta Helena que llevaban todo el día divisando a lo lejos el incendio de Pazos de Borbén, con el miedo metido en el cuerpo. Señala que de repente, sobre las nueve de la noche, todo se precipitó. «Foi cuestión de minutos que tivésemos o lume enriba da casa», dice. Se quemó su autobús, un galpón donde tenían la lavadora y el fuego incluso llegó a la casa de madera. «Non temos roupa, non temos colchóns... saímos co posto», decía Helena.

A esta mujer le dolía haber perdido sus pertenencias. Pero su impotencia sonaba mayor cuando recordaba lo solos que estuvieron ella, sus tres pequeños y su pareja: «Alí non veu ninguén, nós saímos solos da casa e non tivemos nin Garda Civil nin absolutamente ninguén que nos dixera por onde ir, que camiño era o máis seguro para non morrer no lume cos nenos. Saímos nós e punto», sentenciaba.

Tras una auténtica odisea por una carretera cosida de llamas, llegaron a Ponte Caldelas. Se alojaron primero en el pabellón de deportes. «Pero o ambiente era insalubre, había demasiado fume por todas partes. Alí os nenos non podían estar», indica. Junto a otros muchos vecinos se desplazaron entonces a la casa cultural, donde pasaron la noche. Les dieron manta y comida. Ayer, cuando se desperezaron, las cosas no habían mejorado demasiado. En Ponte Caldelas la noche parecía negra por el gris de la atmósfera. Y ellos cinco no tenían casa a la que volver, al menos hasta reparar el desastre. Esperaban entonces a que el Concello les avisase para ir a un hogar de realojo.