David solo quiere la pipeta para «Bobo»

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Clínica Fauna

Un anónimo paga el tratamiento anual a un perro cuya historia hizo pública un veterinario, conmovido por su dueño

30 ago 2017 . Actualizado a las 07:47 h.

Fernando Díaz lleva tantos años curando animales que es incapaz de contar con palabras lo que le ocurrió con David y Bobo. Dice que es una historia tan sencilla que está llena de sentimiento. Habla con propiedad y escogiendo las palabras con tanto tino como mimo. «Es sobrecogedora», dice. E intenta explicar por qué aquel día que salió tan tarde de la clínica veterinaria que posee, Fauna, se decidió a hablar con el hombre al que tantas veces se cruzaba. Ese con una mirada angelical, transparente.

«Fue uno de esos días en qué piensas cuánto tienes tú y qué poco tienen otras personas», recuerda. También que le ofreció cinco euros. Y también que su respuesta lo descolocó. Por la forma y por el fondo. «Se quedó con la mirada clavada, y pensé que se iba a enfadar conmigo, que me iba a preguntar por qué tenía que meterme en su vida. Y, tartamudeando, me dijo que no quería el dinero, que solo quería una pipeta para desparasitar a su perro, que se rascaba mucho», confiesa. «Yo para comer me voy arreglando, pero para estas cosas del perro se me hace mucho», matizó David.

Fernando le pidió que regresara otro día cuando la clínica estuviera abierta, y se la daría. David lo hizo poco después. Se presentó con toda la educación por la que le conocen sus vecinos, y fue todo lo agradecido que pudo con el veterinario.

Decenas de miles

Este, conmovido por lo mucho que su actitud revelaba sobre él, escribió por primera vez en su vida en Facebook. Lo hizo a través del de Fauna. Aunque el encuentro había ocurrido los primeros días de agosto, el propietario de la clínica esperó a su cumpleaños, el día 11, para contarlo.

En cuestión de días la publicación llegó a cerca de 70.000 personas y obtuvo un millar de me gustas. Los comentarios acerca de David reforzaban la imagen que Fernando se había ido haciendo de él con el paso de las miradas cruzadas. Hasta que hace unos días una llamada se ofrecía anónimamente a sufragarle a Bobo el tratamiento desparasitario de todo un año.

No es tanto la cuantía económica, sino el alcance que, insiste Fernando, tuvo un hecho «tan cotidiano» que le cogió en un momento muy especial de su vida. «Solo quiero que esto le beneficie de algún modo», desea, todavía con emoción en la voz. «Hay muy pocas personas que tengan esa relación con su mascota; te lo digo yo, que he visto miles. Es un vínculo familiar», dice, e intenta describir a Bobo. Solo lleva tres meses con David. Lo recogió de la calle -donde posiblemente viva él también-, y debe ser joven todavía. Por si acaso, los tres tienen una nueva foto de familia para el futuro.