Vida de aldea remota pese a estar a tiro de piedra de la ciudad

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARIA

Los vecinos, que están casi todos de alquiler en unas casas de más de 50 años, se quejan de que aún tienen los antiguos pozos negros

09 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando uno deja la calle Blanco Amor -la que va hacia Carrefour-, gira hacia la pista que da acceso a la colonia Ángela Rocafort y aparca junto a ese conjunto de viviendas de difícil definición, a medio camino entre casitas de muñecas y las popularmente conocidas como viviendas baratas, lo normal es que varios vecinos se acerquen a preguntar santo y seña al forastero. «¿Qué busca usted, se perdió?», pregunta Óscar, un hombre entrado en años del que otros residentes dicen en broma que es «el alcalde de la colonia». Cuando uno le indica que va a hacer un reportaje del barrio, el hombre se echa las manos a la cabeza y exclama: «¡De este sitio, ya es raro que venga alguien a preocuparse por nosotros!», señala el varón.

Resulta que esas casitas, tal y como van explicando los vecinos, aunque tienen apariencia de viviendas sociales de esas que se construían en el franquismo, no lo son. El lugar se llama colonia Ángela Rocafort porque las edificaciones pertenecieron a esa mujer. Ahora son sus herederas las que se encargan de ellas. Según los residentes, la idea inicial de la familia era vender todos estos inmuebles. Pero finalmente el propietario murió en un accidente y su viuda e hijos no llegaron a desprenderse de las propiedades. De hecho, casi todos los vecinos continúan en régimen de alquiler, solamente hay un par de casas en propiedad. Unos y otros destacan que lo mejor del lugar de donde viven es, sin duda alguna, que todos se conocen -son veinte familias- y que hay tranquilidad absoluta. «Houbo tempos que había algúns follóns, agora xa non», indica una vecina llamada Clemencia.

Si lo que más aprecian es la tranquilidad, el relax que supone vivir en una especie de aldea a tiro de piedra de la ciudad, lo que menos les gusta de su colonia, como ellos insisten en llamarle, son los servicios de los que disponen. Indican que tienen traída de agua, pero que no cuentan con servicio de saneamiento. «Non é normal que sigamos cos pozos negros como antigamente, pero así estamos», manifiestan dos residentes. Igualmente, les gustaría que la zona verde a la que dan las viviendas, una especie de jardín central, se mantuviese limpio. Está un tanto descuidado. En teoría, cada residente limpia el trozo que está delante de su casa, pero como dice Óscar «ao ser cousa de moitos ao final non soe saír ben».

Dos inmuebles cerrados

Como pasa con otras barriadas con casas similares, en la colonia Ángela Rocafort hay algunos inmuebles bien coquetos y otros que están más descuidados. Los vecinos explican que dos de las casas están cerradas. Casi todas cuentan con un pequeño jardín y un espacio para poner huerta. «Sacamos de aquí unas lechugas buenísimas», dice una vecina, mientras enseña su parcela.

Mientras unos y otros hablan, en la calle, en unas aceras un tanto desconchadas, pedalea un niño con su bicicleta. Hay algunos más en la colonia. Tienen tranquilidad para jugar. Pero los espacios comunes están hechos polvo.