Pontevedra y Europa se dan lecciones en la «Facultade da Compostaxe»

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

EMILIO MOLDES

El creador del modelo austríaco y el director del italiano imparten clases magistrales

17 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La idea era que dos de los gurús del compostaje en Europa, el padre del modelo austríaco, Florian Amlinger, y el director técnico de residuos del norte de Italia, Michele Giavini, vinieran a impartir sendas clases magistrales a los alumnos de la Facultade da Compostaxe creada por la Diputación de Pontevedra, pero fue al revés. O casi. Ambos expertos se mostraron ayer sorprendidos y admirados por la capacidad de Pontevedra para unir esfuerzos en torno a un modelo comunitario como el del Príncipe Felipe que, si bien todavía tiene algunos defectos -como un ligeramente elevado índice de impropios, los residuos no reciclables-, destaca por otras muchas virtudes. Es la otra cara de un sistema de compostaje que muestra mucho de España, de Galicia y, sobre todo, de los gallegos.

En Austria, el modelo instaurado en 1986 en Viena se fue extiendo a partir de la capital hasta repartir más de cuatrocientos contenedores. Cada uno de ellos realiza una doble función en el entorno rural en el que se ubica: por una parte, elimina los residuos orgánicos que pueden ser utilizados y, por otro, fabrica con ellos el compost que utilizan las granjas en las que están situados. En ellos se depositan los residuos de las huertas urbanas y de los jardines, así como los de las cocinas. Se trata de un mecanismo descentralizado que se basa en la individualidad. «Los austríacos prefieren que los colectores estén en un jardín con fronteras para no tener que socializar con el vecino», explicó Amlinger.

Por eso el experto se mostró tan gratamente sorprendido por las instalaciones del Príncipe Felipe: «Es un ejemplo de compostaje comunitario -dijo en un español técnico con solo pequeños errores gramaticales-. Es la primera iniciativa en gran formato para toda una provincia». Junto a él, el presidente de la Diputación de Pontevedra y principal impulsor del compostaje en Pontevedra, César Mosquera; el maestro compostador Ramón Plana; el ingeniero Carlos Pérez; y el consultor Frederic Puig, asentían mientras escuchaban.

¿Qué le queda?

Entonces, ¿qué tiene que importar Pontevedra del país centroeuropeo? Precisamente esa mentalidad, la de los granjeros que apuestan por entrar a formar parte de un engranaje tan beneficiosos para el medio ambiente como para quienes hacen uso de él. «Cando empezamos con isto unha das primeiras cousas que fixemos foi visitar explotacións gandeiras e de viño para explorar esa vía, pero vai máis lenta, e na outra estamos indo moito mellor», reconoció Mosquera. «No es fácil encontrar agricultores entusiastas sobre la idea de compostaje», añadió Amlinger. Por eso la educación y la información son tan importantes en este momento: «Se o agricultor é consciente da importancia da calidade do compost verá a mellora de calidade e cantidades nos seus cultivos», le ayudó a terminar, a modo de traductor, Carlos Pérez

Y eso a pesar de ser la comunidad gallega el escenario idóneo para aventurarse. «Por eso -añadía este último-, la experiencia de Pontevedra gracias a sus técnicos y pasos dados empieza a ser y será un referente a nivel europeo, seguro». Cerrar el ciclo biológico de los residuos es casi una cuestión de lógica para Puig. «Galicia, con tantos municipios, es el lugar perfecto para desarrollarlo porque seguimos el curso natural del bosque», teniendo en cuenta que el 95 % de la materia orgánica que generamos es agua, trasladarla «es una brutalidad a nivel de eficiencia energética».

También Michel Giavani, quien llegó directamente desde el aeropuerto -adonde se dirigió nuevamente al terminar su intervención en la «Facultade de Compostaxe» para regresar a Milán- alabó el modelo pontevedrés. Y no solo eso, sino también el entorno legal en el que se mueve. Italia acaba de aprobar, de hecho, una ley sobre compostaje comunitario en el que se han introducido aspectos con los que el Consorcio Italiano de Compostadores que opera en el norte del país no está de acuerdo. «Venimos a adquirir experiencias y a aprender», reconoció el experto sin ayuda de traductores.

No los necesitaron tampoco para alabar el elevado nivel de conocimientos de los que hicieron gala los alumnos del centro educativo puesto en marcha por la Diputación el pasado año en la visita que realizó la comitiva el lunes.