A Moreira le ha tocado la lotería

Carmen García de Burgos CRÓNICA

PONTEVEDRA

10 feb 2017 . Actualizado a las 20:50 h.

A Jacobo Moreira le ha tocado la lotería. El claro mensaje que lanzó el Partido Popular al relegarlo al puesto número 18 de las listas autonómicas por la provincia de Pontevedra ha terminado jugando a su favor. Primero, porque es en el Parlamento donde el presidente del PP pontevedrés y portavoz del grupo municipal se mueve con soltura. Fue allí donde se gestó su carera política y donde se ganó el apoyo de Alfonso Rueda. Su carácter educado y dialogante le abren allí muchas más puertas que en lodo de la calle, donde las relaciones personales y el árbol genealógico dan frutos mucho menos vistosos y mucho más trabajo.

Moreira a estas alturas tiene ya asumido que no va a ser el próximo candidato a las municipales. La confianza que Rueda depositó en él se fue diluyendo al mismo ritmo que las expectativas de que Pontevedra reconociese en él al político honesto y sensato que, aún a día de hoy sigue, cuando menos, aparentando ser. La Boa Vila echa en falta algo de garra, y la reaparición de Lupe Murillo, en el puesto 5 de las autonómicas, lo ha dejado claro. Cuidado: eso no significa que vaya a ser ella finalmente la candidata. Pero sí que al santiagués se le va a facilitar la salida honrosa que merece de la vida municipal.

Por eso, tan pronto apareció su nombre entre los nuevos diputados autonómicos que dejará la marcha de los conselleiros, nadie dudó de que Jacobo Moreira renunciará sin dolor alguno al puesto que le tocará ocupar en verano en la Diputación en sustitución de Ángel Moldes. Son pocas las plazas a repartir en la institución provincial entre las apuestas de futuro del partido y las deudas morales y políticas del pasado.

El sueldo del Parlamento seguramente será mayor que el del ente pontevedrés, allí tiene cuatro años por delante en lugar de dos y, por si fuera poco, su marcha permitiría al grupo municipal contar con los alrededor de 20.000 euros de la media dedicación que comparte ahora con César Abal. Es una lotería política en la que, esta vez sí, parece no haber perdedores.