Sobre su mesa de trabajo hay un libro. Concretamente, está El cuaderno de Maya, de Isabel Allende. Y no es casualidad. Lo ha leído todo de la autora chilena. En realidad, lo ha leído todo de muchos escritores. Porque es un devorador de libros. «Desde agosto pasado hasta ahora, en poco más de un año, llevo unos 43 libros. Me encanta la lectura», dice. También le apasionan los idiomas. Tiene una memoria prodigiosa que, además de permitirle conocer el nombre de las decenas de personas que hay en los despachos de la Diputación, le viene genial para memorizar vocabulario en inglés, francés o alemán. «Hasta chapurreo algo de italiano. Estuve allí y vi que algo sabía decir», señala.
Los sueños por cumplir
Habla de Italia como de un sueño confeccionado con lugares bonitos. Y, de repente, empieza a hablar de otros sueños, de los que todavía le quedan por cumplir a sus 25 años. Ahí, sus palabras, hasta ahora expeditivas, veloces y contundentes se vuelven lentas, sentidas, llenas de emoción. Cuenta él que tiene pareja, Estela, y que ella es «la mejor persona del mundo. Hasta sus defectos reafirman sus virtudes». La chica debe sentir algo parecido. Porque a nada que uno bucee en el perfil de Facebook de Damián encuentra dedicatorias de Estela que hablan de él como del «mejor novio del mundo». El sueño de él es irse a vivir con ella, independizarse juntos. Uno lo escucha hablar con emoción y piensa que la frase hecha no miente. Sí, ese dicho que señala que, si uno llora, las lágrimas no le dejan ver las estrellas. Si uno ríe, como Adrián, acaba encontrando esa estrella. Sí, estrella, que como él llama a su Estela.