Tono Abal, el cuntiense que atraviesa los montes del mundo a la carrera

C. Pereiro CUNTIS / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

En las series mundiales en las que participa, los trayectos se prolongan durante días, y recorre más de 500 kilómetros

20 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tono Abal es incapaz de sumar todos los kilómetros que ha hecho durante los últimos años. El cuntiense ríe al pensar en ello, pero está claro que son miles. Muchos los ha hecho a pie, otros en canoa, y otros tantos, en avión. Hace un lustro, recién entrado en los 40, Tono conoció la especialidad de raids de aventura. Se añadían nuevos metas, objetivos y formas de disfrutar corriendo campo a través.

«É un deporte que sae de mesturar varias disciplinas diferentes», explica. «Digamos que as obrigatorias serían a carreira a pe e en bici de montaña, o kaiak de río ou mar e a escalada. ¿Que se lle engade logo? Rápel, tirolina... Iso xa o marcan as diferentes organizacións. En Canadá tocaron estas últimas». Porque sí, Tono estuvo en Canadá hace apenas unas semanas. Allí compitió junto a varios compañeros en una de las pruebas mundiales de esta disciplina deportiva. Una experiencia valiosa, cuanto menos. Antes ya había visitado Sudáfrica, Francia e Irlanda. En noviembre, si nada lo impide, toca cruzar los dedos, se desplazará hasta Australia. Los billetes ya los tiene comprados. Tocará recorrer nuestras antípodas y mostrar el músculo gallego a sus gentes.

«En Galicia o noso club -o Gallaecia Raid, con sede en A Coruña- está inscrito dentro da Federación Galega de Orientación (FEGADO), que inclúe este tipo de eventos», señala el cuntiense. Él llegó de casualidad, fruto de una llamada para sustituir al miembro de un equipo ya formado. Suelen componerlos tres personas, aunque en las citas internacionales participan cuatro. Cabe destacar que para puntuar en liga, el equipo debe ser mixto, y contar con la presencia de al menos una mujer, o un hombre y varias mujeres. «Probei por primeira vez en Somozas. Eu viña dos trails de montaña, da pura carreira, e a experiencia foi boísima. Aquel día, que era campionato de España, quedamos terceiro».

Hace tres años, tras participar en pruebas nacionales y gallegas, Tono y su equipo dieron el salto a las series mundiales. «¿Canáda? Foi superinteresante», confiesa. «Encantoume a proba, encantoume a xente, a forma de como coidan eles o medio ambiente... Daba gusto estar alí. Podo asegurar que non ten nada que ver o que observei alí co trato que reciben aquí os montes. É outro mundo».

En poco tiempo, se han colocado en el puesto número 16 del ránking mundial. Nada mal. Se trata, además, de una disciplina semidesconocida para el no practicante, que oculta unos auténticos portentos físicos y mentales bajo su nombre. Una prueba de esta clase puede fácilmente superar los 500 kilómetros. Ello supone unos cuatro días de andaduras y experiencias, con una mochila a le espalda de más de veinticinco kilos, llena de todos los bártulos necesarios, desde mudas, calzado a comida y bebidas. «É duro, claro. Trátase dun exercicio físico e mental moi complexo. É obvio que son as pernas as que camiñan, pero é a cabeza a que che di por onde tirar e como. Teño compañeiros que notaron como a falta de sono lles provocaba desorientación e ata alucinacións. É aí cando o traballo en equipo se nota», reconoce Tono.

Cada semana, el cuntiense realiza un entrenamiento que incluye unos cien kilómetros. Todos en montaña. «Engancheime e xa non puiden parar», ríe. «A primeira vez que subín o Xesteiras, ao chegar arriba, case boto as tripas. E iso que estaba acostumado a correr».

La única pega que Tono aporta en su discurso de corredor aparece al hablar de ayudas económicas. Apenas existen. «Temos un aporte publicitario por espónsor, pero o resto dos cartos teñen que saír dos nosos bolsillos», narra. «A inscripción nestes eventos e carísima. Unha internacional pode rondar os 8.000 dolares. Engade a iso o billete de avión e a manutención».

Suerte es que las pasiones poco entienden de economía. La de Tono es llegar a la meta tras 500 kilómetros. No hay billete en el mundo que lo pague.