Tela inglesa y arte para la Peregrina

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

P.CHAPELA

La Virgen lucirá un manto con un siglo de antigüedad que llevaba 50 años en el olvido. Se restauró con un moaré llegado del Reino Unido y el talento de Nati Fontán

05 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«A mí el mundo no me interesa nada, pero por la Peregrina lo que sea». La que habla así es Marucha -que se llama María del Sagrado Corazón de Jesús, tiene 88 años y una memoria prodigiosa-. No es dada a contar mucho, al menos de cara a la galería. Pero gracias a que se trata de una noticia importante para la Virgen, ella, que la mima, limpia y viste desde los años sesenta, sí accede a abrir su caja de los recuerdos. Lo hace a los pocos y sentada en un banco del santuario, mientras varios miembros de la cofradía del Santo Refugio de la Divina Peregrina, de la que ella es camarera mayor, presentan la gran novedad. Resulta que la Virgen, el día 14, va a lucir un espectacular manto. No se trata de una prenda cualquiera. Es la que más valor tiene de todas cuantas posee. No en vano, tiene unos cien años de antigüedad, cuidados bordados a mano con hilo de oro y un porte increíble. Llevaba 50 años en el olvido, sin uso por el deterioro que acusaba, y la cofradía ha sufragado su restauración. Marucha está pletórica. Le encanta el manto. Y por eso, solo por eso, accede a contar su historia.

Cuenta ella, y dicen lo mismo otros miembros de la cofradía, que no se sabe exactamente cómo llegó el manto a la iglesia ni en qué momento. Se calcula que tiene más de cien años, pero no hay ningún dato fijo al respecto. Sí se sabe que en 1927 hubo que restaurarlo. Es decir, que entonces ya estaba gastado por el uso, así que ya debía tener ciertos años. Las encargadas de traspasar sus bordados a una tela nueva fueron una treintena de monjas del convento de Santa Clara. Lo hicieron a mano, por supuesto, y con sumo cuidado para no estropear el hilo de oro. Entonces, se le puso un raso donado por el cónsul Bernardo López, que cedió parte de la tela que había adquirido para renovar la tapicería de su casa. La Peregrina lució el manto durante años. Pero el paso del tiempo fue estropeando el tejido... Y ya hacía medio siglo que no podía ponérselo.

La vestimenta de más valor

«Estaba muy estropeado. Me daba muchísima pena, porque de toda la vestimenta que tiene la Virgen esta es la de más valor», recuerda Marucha. La cofradía se puso manos a la obra para restaurarlo. Primero, se eligió la tela. Se compró en Eléctrica Moderna, desde donde contaban ayer que el moaré de algodón en verde aturquesado que se eligió -se decantaron por ese color para que fuese lo más parecido posible al raso anterior- vino del Reino Unido. Luego, se le entregó a Nati Fontán, que puso sus manos y su talento al servicio de tamaña obra de arte.

Le llevó varios meses a esta mujer traspasar todos los bordados a la nueva tela. Una vez realizado ese trabajo, se encargó de confeccionar una capelina -lo que lleva la Virgen sobre los hombros- y una faltriqueira con unos bordados muy similares a los antiguos. Marucha decía ayer con emoción que el conjunto se completa con un sombrero donado por las responsables de La Prié, que lo confeccionaron a mano. Al hablar con las dueñas del negocio, señalaban: «Para nosotros es un honor enorme haber hecho ese sombrero que lleva desde pasamanería a cristal... Estamos contentísimas».

El día 14 se estrenará todo. Señalaban desde la cofradía que ese día, en la procesión, se podrá visualizar el renovado manto. Pero Marucha, genio y figura, matizaba: «Antes de ese momento hay un acto importantísimo en el que ya lo va a lucir. Me refiero a la misa solemne del mediodía. Ahí ya llevará puesto el manto, con un vestido blanco debajo», señalaba. Seguirá con ese atuendo hasta el día 8 de septiembre. «Ahí se celebra la natividad de la Virgen y yo siempre la tengo vestida de fiesta para esa fecha. Después sí que ya se lo sacaré», añadía la camarera mayor. Ella, rodeada de otros miembros de la cofradía, rebosaban ayer de alegría: «Es muy bonito ver que se recuperó el manto. Y que conserva todo lo antiguo, desde los bordados hasta los flecos», enfatizaban una y otra vez.

Luego, Marucha recordaba entrañables anécdotas, como que su madre hizo la ropa interior del Niño Jesús y que sigue estando bien para poder ponérsela. Lo cuenta pero, conforme uno le pregunta más, insiste: «Ya hablé de más. Yo no soy nadie, lo importante es la Virgen». Y de ahí no hay quien la saque. Porque a Marucha, como advirtió desde el principio, el mundo no le interesa. «Solo la Peregrina», dice. De hecho, asegura que pensar en la Virgen, decirle que la quiere, es la ayuda para conservarse bien y con memoria, tal y como está ella cerca ya de los noventa años.