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manuel blanco PONTEVEDRA / LA VOZ

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El vilagarciano Pablo Coira, campeón del Mundo sub-20 junto a Xavi y Casillas, forja su carrera como entrenador en la Spanish Soccer School de Dubái

12 abr 2016 . Actualizado a las 08:51 h.

Pablo Coira nunca ha sido un tipo con miedo. Con 16 años, debutó en Tercera División con el Arousa y convirtió la banda derecha de A Lomba en su patio de recreo. Lo que vino después es historia: campeón del Mundo sub-20 con aquel inolvidable equipo que abanderaban Xavi y Casillas, Compostela, Celta, Alavés, Recre, Aris... En la temporada 2011-2012, puso fin a su carrera profesional en el Honvéd de Budapest, el equipo de Puskas, y, casi sin solución de continuidad, se embarcó en uno de los proyectos futbolísticos de referencia en ese incipiente mercado que es Oriente Medio. Pablo quería seguir su carrera enrolado en un conjunto de primer nivel, pero las ofertas que aparecían no lo convencían y un buen día lo llamó su amigo Míchel Salgado para que se fuese con él a Dubái. ¿El reto? Iniciar su carrera como entrenador.

Cuando aterrizó en el emirato hace tres años, la Dubái Sports City apenas contaba con 60 chicos para disfrutar de unas instalaciones que, eso sí, supondrían la envidia de cualquier club de Primera: cuatro campos naturales y dos artificiales, uno de ellos indoor, un impresionante terreno de juego a cubierto que cuenta con aire acondicionado para combatir las altas temperaturas del país. Hoy, la rebautizada como Spanish Soccer School cuenta con más de 1.400 chavales y es una referencia en Oriente Medio.

Pablo comparte su día a día con 17 entrenadores, casi todos españoles salvo un serbio y un brasileño. Su integración ha sido total. Vive solo en una moderna urbanización que dispone hasta de campo de golf, y entre sus vecinos cuenta con muchos de sus compañeros de academia. Su día a día se parece bastante al que viviría en España, con una jornada partida que contrasta con los hábitos del país, donde lo más frecuente es la jornada ininterrumpida. «Empezamos -relata- a eso de las diez de la mañana y trabajamos en la oficina hasta la una y media. Nos vamos a comer a casa y a las tres y media estamos de vuelta para preparar los entrenamientos, que empiezan una hora después y se alargan hasta las siete o así. Entre que recoges, charlas y tal, pues habitualmente nos dan las ocho de la tarde».

Sobre el nivel de juego de sus chicos, admite que en este tiempo han avanzado notablemente y que ahora ya tienen grupos avanzados con los que pueden acudir a torneos de élite. Él estuvo el año pasado dirigiendo a un grupo de sus alumnos en el torneo Cidade de Vilagarcía benjamín y las pasadas Navidades uno de sus equipos se alzó con el título de campeón en un torneo internacional celebrado en Chipre. Uno de sus niños, un prometedor chaval de nacionalidad danesa, acudió incluso con el Celta el verano anterior a un torneo de formación y acreditó maneras más que interesantes. «Hemos conseguido progresos muy notables y en Oriente Medio somos la academia de referencia hoy en día».

Coira solo echa en falta una mayor facilidad para competir, porque carecen de una liga potente para chavales, por lo que en los últimos tiempos están organizando torneos con las academias que equipos del nivel del Barcelona, el Arsenal o el Milán tienen en Dubái.

Su vida personal en el emirato gira en torno al fútbol exclusivamente, una experiencia en la que valora no solo la formación que está adquiriendo como entrenador, sino también el aprendizaje de un idioma indispensable en el fútbol profesional de estos días. «Al principio llegué con un inglés más bien justito, pero hoy me desenvuelvo bien y es otra de las cosas positivas que estoy extrayendo», señala.

¿Y la comida? Pablo desmonta muchos de los mitos que pudieran rodear a esa aventura porque sostiene que incluso tienen acceso al porcino y sus derivados. «Aquí hago la compra en el Carrefour y hasta tienen una sección de cerdo. Es bastante caro es sí, así que en Navidad me traje de España un jamón entero perfectamente envasado. Fuera de casa -arguye- tienes de todo, comida japonesa, americana, libanesa, china... Nada que ver con Galicia, eso sí».

En relación con su futuro, el que fuera lateral derecho del Celta se ve aún dos o tres años más en Dubái («un proyecto que me ofrece mucha estabilidad»), aunque tiene entre ceja y ceja dirigir a adultos en un plazo más o menos cercano. «Yo tenía claro que quería ser entrenador cuando acabase mi carrera para compartir mis conocimientos, pero nunca me vi trabajando con niños. Hoy he de reconocer que me ha enriquecido mucho, aunque más adelante espero trabajar con profesionales». En julio, volverá a casa para dirigir su campus, un pequeño paréntesis antes de proseguir con su última aventura.