La metasequoia no crece (en votos)

Lars Christian Casares Berg
christian casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

A la izquierda el pino-roble que ocupa la segunda posición y, a la derecha, la olma de Guadarrama, que va por delante en todas las votaciones.
A la izquierda el pino-roble que ocupa la segunda posición y, a la derecha, la olma de Guadarrama, que va por delante en todas las votaciones.

El ejemplar de Lourizán, que aspira a ser representante español en la pugna a mejor árbol europeo, ve cómo sus posibilidades se estancan

24 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha ido creciendo, lenta, pero inexorablemente a lo largo de los últimos sesenta y cuatro años en Lourizán. Es un ejemplar único en España, una metasequoia. Una especie que hasta 1941 se creía que solo había sobrevivido en forma de fósil y que fue redescubierto como organismo vivo dos años después en China. Y desde ahí se comenzó a luchar por su supervivencia.

La de Lourizán fue plantada apenas unos años después, en 1951. Ahora su porte, de treinta y cinco metros de alto, y un tronco con una circunferencia de más de dos metros y medio, le han valido ser uno de los siete ejemplares candidatos de España a Árbol Europeo 2016, una competición organizada por Bosques sin Fronteras.

Pero el imponente árbol no crece en votos. Se ha estancado en cuarta posición. A falta de una semana para que se cierre el cómputo de apoyos -que se puede hacer a través de www.facebook.com/bosquessinfronteras- le han rebasado tres de los siete candidatos: una olma de Guadarrama, de 134 años de historia; un pino-roble de 1115 metros de altura y 130 años que crece en Canicosa de la Sierra; y el tejo de Bermiego, en Asturias, con una edad estimada de nada menos que mil años.

Las votaciones se cierran el próximo día 30 de octubre y la Diputación de Pontevedra, de la que depende la finca de Lourizán donde está plantada la metasequoia, anima a que se vote por ella.

Detrás hay una historia que merece ser, si no reconocida con el honor de pugnar por ser el árbol europeo del 2016, sí al menos ser conocida.

Tras ser descartado que solo se encontrase en forma de fósiles, allá en los años cuarenta, en la lejana y convulsa China, se consiguieron solo dos kilos de semillas durante la primera recolección, en otoño de 1947, en Moudao y Shui-sha-pa, actual Valle de las Metasequoias. Pese al clima bélico reinante entonces en la zona y el cierre de fronteras posterior durante treinta años, parte de esos dos kilos de semillas acabaron llegando a Lourizán. Y germinaron.

Sus propias semillas

Ahora, la metasequoia pontevedresa produce sus propias semillas, por lo que la historia continúa también gracias a ella. «Este árbol simboliza el esfuerzo de un grupo de investigadores botánicos que en plena Segunda Guerra Mundial identificaron una especie, garantizaron su conservación e incluso fueron capaces de distribuir sus semillas a pesar de las adversidades del momento histórico», destacan los promotores de su candidatura.

Va por detrás en las votaciones y quizá la semana que queda no sea suficiente para recortar la ventaja que le sacan los otros candidatos. Pero seguirá ahí, en la finca de Lourizán, creciendo, lenta pero inexorablemente a partir de una simple semilla recolectada en China.