Rabia e impotencia por Sonia Iglesias

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Capotillo

Cientos de personas exigieron ayer que su desaparición no caiga en el olvido

19 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue la hermana de Sonia Iglesias, desaparecida hace cinco años, la que ayer expreso el sentir de toda su familia, amigos y allegados. Y solo tuvo que emplear dos términos para dejar patente su dolor: rabia e impotencia. «Impotencia porque seguimos en la misma situación que hace cinco años: sin conocer lo que ocurrió ese fatídico día, y rabia porque lo único que está en las manos de la familia y que podemos hacer es seguir manifestándonos y seguir luchando, sin descanso, para que algún día se conozcan los detalles de su desaparición».

El de ayer fue el primer aniversario de la desaparición de Sonia en el que la instrucción judicial está parada. El pasado abril se acordó el archivo provisional de la misma, una medida que, por otro lado, no impide que la Policía Nacional mantenga abierta la investigación. Fue una circunstancia que no obvió Maricarmen Iglesias: «Todos sabéis que el caso de mi hermana Sonia, pese a los esfuerzos que ha hecho la familia, se ha acabado archivando provisionalmente, y todos sabéis también, lo que eso significa: el olvido». Precisamente, para dejar claro que la desaparición de la pontevedresa no va a caer en el olvido, cientos de personas salieron ayer a la calle desde la plaza de A Ferrería. Y todas compartiendo los sentimientos que impregnan al círculo más cercano de Sonia Iglesias.

«Todos sabemos que las personas no desaparecen de un día para otro, sin motivo, sin explicaciones, sin dejar rastro?, y más, si dejas atrás a un niño al que adoras y por el que darías la vida», remarcó la hermana de Sonia. Al mismo tiempo, aludió a una realidad palpable, la de que «siempre hay alguien detrás de estas personas que las hace desaparecer y, habitualmente, como ya ha pasado en otros casos similares, ese alguien se encuentra en su entorno más cercano».

Tras remarcar que esta fue la sospecha que guío la investigación policial, lamentó que es algo que la policía «no ha podido -o no ha sabido- demostrar». En este punto, reconoció que «es muy duro, os lo puedo asegurar, durísimo, ser consciente de que en nuestra sociedad, con los medios que se poseen: policía, abogados, fiscales, jueces? un presunto delincuente se salga con la suya y sin tener que rendir cuentas ante la ley por un delito cometido».

En cualquier caso y pese a todo lo que han tenido que soportar desde aquel fatídico 18 de agosto del 2010, la familia se niega «a creer que en esta sociedad los presuntos delincuentes tengan más derechos que las propias víctimas y sus familias». Eso sí, asume que el tiempo -«si nada cambia, si todo sigue igual, si continuamos sin tener noticias de Sonia»- pondrá de manifiesto si está o no equivocada.

Lo cierto es que, tras cinco años, un lustro, sin noticias de su hermana, el único resquicio de esperanza que le resta a Maricarmen es que «algún día podamos llegar a saber algo más». Será entonces cuando «el culpable o culpables paguen, aunque sea tarde, por arrebatarle la vida a mi hermana, la niñez a mi sobrino y romper en mil pedazos la vida y el corazón de familiares y amigos».