Pontevedra corona su modelo en Dubái

Serxio Barral Álvarez
Serxio Barral LA VOZ EN DUBÁI

PONTEVEDRA

Recibe su premio más prestigioso, auspiciado por la ONU, en una ceremonia en Al Mamzar

25 feb 2015 . Actualizado a las 13:48 h.

Todavía estarían muchos pontevedreses durmiendo, a eso de las 7.30 de la mañana de ayer, martes, cuando arrancaba en Dubái la ceremonia de entrega del premio ONU-Hábitat con el que se reconoció el modelo urbano de Pontevedra, una ciudad centrada en las personas. Claro que aquí, en los Emiratos Árabes Unidos eran ya las 10.30 de la mañana.

Como a los árabes, o para ser más estrictos, a los dubaitíes, les gusta cuidar al máximo el protocolo, la representación pontevedresa, así como el resto de los premiados, tuvieron que salir del hotel a las 8 de la mañana hora local (las 5 en Pontevedra) para hacer antes de la ceremonia oficial un ensayo de la entrega del premio. No podía fallar nada, aunque luego sí hubo algún pequeño despiste.

A Pontevedra le tocó subir al espectacular escenario de la Cultural & Scientific Association, en Al Mamzar (una de las múltiples localizaciones que conforman Dubái, una vasta metrópolis en la que viven unos tres millones de personas y que tiene una extensión casi similar a toda la provincia de Pontevedra), después de la representación keniata y antes de las dos delegadas de Ghana.

El acto se inició con los discursos oficiales y protocolarios del director general de la Dubái Municipality, Husain Nasser Lootah, y de un representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Luego comenzaron las emociones. Primero, con la proyección de un vídeo en el que se resumían en piezas de apenas un minuto los méritos de los diez proyectos premiados por el gobierno de Dubái y la agencia ONU-Hábitat como «las mejores prácticas para hacer mejor la vida de las personas».

Fue en este momento del acto cuando se produjo el fallo, ya que al haber dos premiados de Argentina (un proyecto sobre huertos en colegios y otro sobre reutilización de basura), hubo un error al confundir los vídeos, por lo que las imágenes no se correspondían con la locución. Nada grave, en realidad.

Cuando llegó el turno de Pontevedra, el auditorio, integrado principalmente por autoridades locales, dejó escapar un murmullo al detallarse que en la última década se logró reducir un 66 % la contaminación procedente de los vehículos en el casco urbano. En una ciudad con un tráfico tan intenso como es Dubái, esto causó cierta sorpresa.

A continuación tuvo lugar la entrega en sí de los premios, acompañados de una gran fanfarria y con las banderas de cada país que iba subiendo al escenario proyectadas sobre la pantalla. Fernández Lores y Daniel Macenlle recogieron el que es sin duda el reconocimiento más prestigioso de cuantos ha recibido hasta ahora la ciudad, y ya van unos cuantos. Al menos, es el más internacional y cuenta, como se podía comprobar en toda la imagen corporativa que rodeó al evento, con el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas, que no es poco.

Terminado el acto, el alcalde confesó que se había emocionado en el acto y mostró su «orgullo e satisfacción» por llevar el nombre de Pontevedra «a nivel mundial».s

Una ciudad de contrates «donde la palabra imposible no existe»

El «Dubai Award» representa un barjil. Es la palabra para la construcción tradicional que permitía refrescar las viviendas cuando no existía el aire acondicionado. Es una especie de torre abierta, atravesada por barras de madera, que facilitaba la circulación del aire al interior, algo que no es desdeñable en una ciudad que en verano supera los 50 grados y hasta las paradas de bus están refrigeradas. Todavía quedan algunas de estas construcciones tradicionales en la ciudad del exceso y del lujo, «la ciudad de los milagros, donde la palabra imposible no existe». Es cierto que no parecen existir límites. Pero sigue habiendo una zona modesta, con edificios de apenas cuatro alturas o pequeñas viviendas coronadas por ese barjil. Con pequeñas tiendas locales ajenas al Dubái Mall, el macrocentro comercial de lujo. Y no puede haber un contraste mayor que el propio reconocimiento a Pontevedra. Mereció el ONU-Habitat por ser «una ciudad centrada en las personas», peatonal, amable y con el tráfico calmado. Todo lo contrario que Dubái, donde el coche es el rey y las distancias, enormes. Aunque para los más nostálgicos, un guiño local: hasta aquí hay «lombos».